Humor ante el infortunio en la era Trump

Elenco de ‘Las mujeres de verdad tienen curvas’ en un ensayo de la obra. FOTO: Mario Faustos/ EL COMERCIO.

Elenco de ‘Las mujeres de verdad tienen curvas’ en un ensayo de la obra. FOTO: Mario Faustos/ EL COMERCIO.

Elenco de ‘Las mujeres de verdad tienen curvas’ en un ensayo de la obra. FOTO: Mario Faustos/ EL COMERCIO.

El temor a ‘la migra’, la agencia gubernamental que supervisa la inmigración en Estados Unidos, está siempre presente en el taller de costura clandestino en donde transcurre la historia de ‘Las mujeres de verdad tienen curvas’, una comedia teatral que se centra en la vida cotidiana de cinco mujeres ecuatorianas, inmigrantes ilegales en Nueva York.

Se trata de la adaptación de una obra de Josefina López, mexicana afincada en Los Ángeles desde los 70, un texto de teatro autobiográfico que se ha representado en escenarios de Europa y América, y que también saltó con éxito al cine.

La pieza aterriza en Guayaquil en un montaje del Teatro Sánchez Aguilar, que tiene previsto estrenarse hoy (19 de julio del 2018), a las 20:30, y que permanecerá en cartelera hasta el domingo 5 de agosto, con 10 funciones.

El drama de la migración ilegal, la reivindicación de la curvas femeninas y de las mujeres reales y las visiones contrapuestas de la vida para distintas generaciones hacen parte del hilo de la pieza escénica.

“Son temas muy serios, pero que crean situaciones hilarantes; permiten el gag cómico, no la farsa, ni la parodia; pero sí la comedia pura y dura, el naturalismo puro y duro, porque ya sabes que nos reímos con las desgracias ajenas”, dice el español Santiago Sueiras, director de la obra. “También hay momentos de mucha emoción porque son mujeres de verdad, auténticas, de carne y hueso. Y esta es una obra sobre la amistad, sobre el compañerismo, la generosidad y la alegría de vivir”, añade.

El español adaptó el texto en Madrid con la historia de cinco cubanas inmigrantes en España. Ahora son cinco ecuatorianas en Nueva York, inmigrantes en la era del presidente estadounidense Donald Trump. “Es un tema que cobra nuevas resonancias a la luz de la persecución feroz a los indocumentados y el debate mundial sobre derechos humanos”, dice.

El montaje es protagonizado por las actrices Tábata Gálvez, Ana Passeri, Verónica Pinzón, Andrea Gálvez y Doménica Cevallos, quienes se mueven por una escenografía que simula un sótano y un taller con máquinas de coser y planchar.

A las dificultades por cumplir con los plazos de un pedido y sacar adelante un emprendimiento en la clandestinidad –algo que parece imposible en medio de conversaciones, sobremesas y chismes-, la obra va descubriendo los problemas personales de cada una de las mujeres, marcados por las diferentes edades.

Todas se transforman en la obra y aspiramos a transformar también al público”, adelanta Andrea Gálvez, quien interpreta a Pancha, un personaje que “enmascara sus problemas con la burla y con la ironía”, pero que en el fondo es puro corazón. Doménica Cevallos, quien debuta en el teatro de gran formato, dice identificarse con los problemas de peso de Rosalí. “Es algo que todas hemos pasado alguna vez, no importa el peso que tengas”.

Tábata Gálvez interpreta a Carmen, madre de dos de los personajes, y destaca el toque de humor en una historia sobre empoderamiento femenino. Dice que su personaje esconde sus traumas detrás de las mentiras. “Ama a sus hijas –explica-, pero no sabe cómo expresarlo porque a ella la enseñaron a amar de esa manera y recibió ese cariño de una manera brutal, es algo que pasa mucho en nuestras sociedades”.

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