En las instalaciones de la fundación se realizó la primera ceremonia de graduación con los nuevos conocedores. Foto: Andrea Medina/ EL COMERCIO.
El uso de plantas para aliviar dolencias, rituales de sanación y hasta el idioma kichwa fueron parte de las enseñanzas que recibieron 23 alumnos de la Escuela Iniciática de la Fundación Jambi Huasi, en Quito.
Los nuevos yachaks -sabios según la cosmovisión andina– terminaron este ciclo de aprendizaje que duró un año.
José Naula, taita y líder de esta escuela, ofició el un ritual de agradecimiento en el que pidió a los cuatro vientos por un futuro próspero para los nuevos difusores de saberes autóctonos. La ceremonia se realizó en el Centro Histórico de Quito.
“Ustedes tienen la misión de difundir lo que nos heredaron los ancestros. Son los nuevos mensajeros de las costumbres milenarias”, indicó Naula, luego de agradecer a la Pachamama por los productos que se podrán usar para la sanación.
En el centro del aula donde se imparten estos conocimientos se colocaron flores, frutos y un sahumerio. Allí y sentados en círculo alrededor de estos elementos, uno a uno se anunciaron los propósitos de los nuevos conocedores.
“Estoy aquí por un llamado de mi espíritu y por un anhelo personal. Me gusta estar en contacto con la naturaleza y por eso siento haber cumplido un sueño, y no es el final”. Así lo indicó Talía Guaranga, una de las nuevas expertas que se graduó de yachak el sábado, y que inició los discursos.
Así como la mujer, de 50 años y nacida en Quito, el gusto por un nuevo conocimiento y el respeto a la Pachamama atrajo a otras mujeres y hombres de todas las edades.
Leo Escudero, por ejemplo, tiene 23 años y es el más joven del grupo de nuevos yachaks. “Mi deseo por aprender de esto surgió al ver todo lo que ocurre entre nosotros los jóvenes. Prácticamente estamos dejando que se pierdan esos conocimientos. Muchos desconocen de dónde vienen los productos que comemos. Hemos perdido ese acercamiento a la tierra, que es tan necesaria para nuestra vida”.
Algunos estudiantes viajaron desde otras provincias como Cañar, de donde vino Luz María Jerez, para reforzar lo que ya aprendió de sus familiares y vecinos de Biblián.
Jerez tiene varios años de experiencia como partera y ha seguido varias jornadas de instrucción para tener más conocimientos sobre esta cosmovisión. Actualmente trabaja junto a otras 15 personas en un Centro de Salud de Biblián. “Me gusta estar al frente de quienes me necesitan. Desde pequeña ya me enseñaron a valorar esto y hoy vine para aprender sobre los rituales”.
Al igual que ella, Darwin Zavala vino de Macas (Morona Santiago) para conocer sobre las bondades de las plantas y otros saberes. “Siempre estuve en contacto con la naturaleza, pero a los 17 años ingresé al Ejército y me alejé un poco de ese entorno. Ahora ya conozco más de lo que aprendí de niño”.
Para Jean Pierre Traves, otro yachak y presidente de este grupo, lo que aprendieron en este tiempo debe trascender y no quedarse en un simple curso. Por eso, indicó, quieren conformar un nuevo espacio de enseñanza para seguir impartiendo su sabiduría.
“Tenemos que conservar las buenas energías y pensar de una manera positiva, así es el buen yachak”, agregó Naula.