A las 11:00 del lunes pasado empezó la clase de matemáticas para los 45 niños del quinto de básica de la escuela San Francisco de Quito. “Saquen los textos y los cuadernos de trabajo”, pidió el maestro Jorge Basantes.
El tema del día fue las cuadrículas (conjunto de líneas rectas que se cruzan para formar un cuadrado). Los alumnos debían completar los ejercicios del cuaderno de trabajo. La primera orden fue dibujar un edificio bajo la coordenada 4C.
Pamela Cajas y Melany Guilcapi, ambas de 9 años, identificaron con rapidez el espacio y trazaron un edificio. La clase se vuelve participativa, todos los niños levantan las manos y responden al docente. La actividad siguió con árboles y una iglesia.El siguiente ejercicio sobre las cuadrículas, en la página 12, incluía a una liebre y una tortuga. Cada una estaba ubicada en diferentes lugares de la tabla, siguiendo pistas (dos cuadros a la derecha, uno a la izquierda, etc.). Los niños debían ubicarlos con su respectivo alimento. Víctor Carvajal fue el alumno que primero unió a la tortuga con la lechuga. “Es un animal herbívoro porque come hierbas y vegetales”, respondió. Para Basantes los textos actuales son más didácticos y utilitarios. Su estructura coloca a los contenidos en el texto y los ejercicios en el cuaderno de trabajo. “No le llena de ejercicios al niño, apenas le da dos o tres. Esto para que el maestro y el alumno vayan desarrollando nuevos casos en el aula y en la casa”.
En esto coincide Carlos Vásquez León, profesor de matemáticas y física del colegio Paúl Valery de Quito. Según dice, los textos están diagramados en forma ágil y la información está organizada y con criterio. La única observación que hizo Vásquez es la falta de espacio en algunos ejercicios para su resolución. El docente destacó que hay secciones de tecnología, sobre todo en los libros de séptimo, sobre cómo utilizar la calculadora y también referencias de páginas web en donde buscar más información.
José Brito, experto en educación, en cambio, cree que hay ejercicios descontextualizados y muy conocidos sobre acertijos, secuencias, patrones y orientación espacial, etc. en los textos de sexto y séptimo año.
Los curriculistas del Ministerio de Educación, Fernando Mediavilla y Fernando Espinoza explicaron que el cambio más significativo está en la forma de trabajo por módulos y no por sistemas. Con los libros anteriores se estudiaba tema por tema, por ejemplo primero los sistemas numéricos, luego la geometría.
El inconveniente con esta metodología era que al final del año no abordaban todos los tópicos. Ahora los libros están organizados por módulos y en cada uno se estudia una parte de cada tema: sistemas numéricos, geometría, medidas, estadística.
Según Brito, los textos muestran coherencia con la nueva propuesta y se observa, también, que muy “artificialmente” al inicio de cada módulo existen referencias del Buen Vivir y a lugares y personajes históricos, geográficos y culturales de nuestro país.
Lo que más se destaca en la escuela San Francisco es que los libros son más fáciles de aplicar.