En una de las fincas de Puerto Inca, Guayas, un equipo técnico realizó una visita de control. Foto: Mario Faustos/ El Comercio
La seguridad de que una fruta, una verdura, un chocolate, una libra de camarones o una cubeta de huevos sean orgánicos no se la puede tener a simple vista. Los mercados orgánicos crecen en las ciudades y se han tomado los barrios.
La gente prefiere lo cultivado naturalmente por sobre los productos que tienen químicos, aunque estos sean más grandes y parezcan más apetitosos. En eso se basa el éxito que han ido ganando los locales orgánicos de las ciudades.
Para garantizar que lo que se venda cumpla con los parámetros del consumo, se debe realizar una verificación y supervisión de los bienes.
Una empresa se dedica a validar lo ‘verde’ de estos productos. Se trata de BCS OKO Ecuador, que a escala mundial se encarga de certificar que los productos agrícolas, los pecuarios y los elaborados que llegan a las vitrinas de las tiendas o a perchas de supermercados del país tengan un sello orgánico.
Su trabajo se inició en el 2002 y en la actualidad cubre más del 70% de la certificación de productos orgánicos que se comercializan a escala nacional.
Y es que en el Ecuador son cada vez más los agricultores que están incursionando en este tipo de producción, estimándose que en la actualidad hay alrededor de 5 000 productores orgánicos, de un total de 25000, indica Silvia Vaca, una de las cinco inspectoras que trabaja para la firma.
Según el informe Consumo de Productos Orgánicos en los Hogares Ecuatorianos, publicado en el 2008, realizado por Diego Andrade Ortiz, entre el 2001 y el 2007 creció en un 11,7% cada año la cantidad de hectáreas de cultivo orgánico.
A las 08: 00 de ayer (29 de octubre), un equipo de técnicos de BCS viajaron desde Guayaquil hasta Puerto Inca (155,9 kilómetros) para realizar una visita de control en la finca Villa Nueva.
Vaca fue la encargada de realizar la evaluación que dura un día. El primer paso fue una reunión de planificación con los dueños y encargados de la finca para organizar el recorrido por las 10 hectáreas del predio y explicar qué norma será la sometida a supervisión.
Esto porque BSC cuenta con cinco tipos de acreditaciones.
Una de las más demandadas es la Usda Organic, en la que aspectos como la pureza del agua utilizada para el riego, la fertilidad del suelo libre de agroquímicos, el entorno del terreno, el control de plagas y enfermedades, la manipulación en la cosecha, el almacenamiento, transporte y empaque y el uso de energía y recursos no renovables son la clave al momento de otorgar una certificación ‘verde’.
Otra es Global GAP, que trata sobre las buenas prácticas agrícolas. En la finca Villa Nueva se realizó esa inspección.
El proceso para colocar estos sellos de respeto social y ambiental en los productos varía entre los dos meses y un año.
Las inspecciones se realizan in situ, y allí se verifica íntegramente cada proceso. “Se realizan más de seis auditorías anuales que revisan desde los frutos hasta las hojas”, indica Vaca.
Para Pablo Prieto, de la productora bananera Sapriet, el veredicto de la firma es una carta de presentación para los compradores nacionales y extranjeros de banano orgánico.
Una vez que se tiene un plan de acción, la inspectora junto al trabajador encargado de cada área realiza la fiscalización.
Se verifica que los equipos de protección que usan los trabajadores estén en buen estado y su uso sea el correcto. La ruta también abarca la revisión de los procesos de empaque, transporte y las bodegas en las que se almacena el producto.
Rusbel Ríos, gerente general, explica que la firma cuenta con cerca de 250 especialistas con experiencia para la inspección en empresas agrícolas y en todos las ramas de la industria alimentaria. “Las certificaciones no son simples sellos sino garantías de que el respeto por la naturaleza y el ser humano priman por sobre todo”.
Entre los principales productos validados por BCS OKO están el cacao, el banano, el café, orito, quinua y caña de azúcar.
Los sellos de certificación no solo aplican para verduras y hortalizas orgánicas, también incluyen a plantas medicinales, especias, aromas, aceites, colorantes, fibras vegetales y otros componentes provenientes de la biodiversidad que se utilizan en la industria cosmética, farmacéutica, textil y alimenticia.
Esto garantiza que