Yary Murillo y su familia tenían casi una decena de razones para querer volver a Ecuador. Alexandra Gorozabel, la esposa, perdió su permiso de residencia en España por no tener trabajo y cayó en la irregularidad. Las autoridades exigían hasta hace poco un contrato de trabajo para renovar los papeles.Yary apiló todos los DVD que acumuló durante los siete años que vive en Madrid y está a punto de empacarlos. También ha retirado de paredes y estanterías adornos y fotos familiares. Dejará el piso en breve un lugar de unos 60 m² en Ciudad Lineal, al noreste de la capital-; su esposa e hijos han regresado a Ecuador. Quiere reunirse lo antes posible con ellos.La idea del retorno se empezó a fraguar una tarde de enero del 2008 cuando acudieron al centro de salud. A Alexandra, aquejada por una inflamación, le dijeron que sin permiso de residencia no había atención médica. Le quitaron el médico de cabecera y le advirtieron que de ahora en adelante debía pagar. “Íbamos directamente a la farmacia y le explicábamos a la dependienta los síntomas, pero fue la gota que derramó el vaso”, relata Yary.Por primera vez la familia habló de volver a Ecuador.Pero lo que realmente hizo que la decisión llegara a empujones fue cuando repararon que sus hijos no tenían la vida que ellos querían darles. “Ya tenían ojeras”, recuerda con un halo de tristeza este jardinero que ha hecho “de todo” para ganarse la vida. Desde albañil hasta procesador de alimentos, pasando por dependiente en una juguetería.Trabajaba hasta muy tarde. Decidieron inscribir a Anthony (8) y a Ángel (7) en un programa gratuito para menores cuyos padres laboran en las tardes. El servicio les obligaba a estar hasta las 20:00 de lunes a viernes. Se levantaban a las 08:00 para ir al ‘cole’ y la jornada concluía a las 20:00. “Era como si trabajaran todo el día. Hacían tareas y actividades todo el tiempo. Estaban cansados psicológicamente”.Una razón más. La Administración española denegó el permiso de residencia a Anthony, pese a que un perito municipal emitió un informe positivo. “Argumentaron que no ganaba lo suficiente para mantener a la familia. ¡Pero mi hijo ya estaba aquí!, permitieron que un niño viva en situación irregular”, reclama el padre. Yary se quedó sin trabajo. El paro (prestación de desempleo) era de poco más de 700 euros al mes, Alexandra aportaba entre 200 y 300 euros. Con un alquiler de 780 euros, la situación se hizo insostenible.Alexandra y los niños retornarían a Ecuador. Yary buscaría otra oportunidad en España. La Asociación Rumiñahui gestionó el retorno de la mujer y los pequeños. Al no tener residencia y carecer de derecho al paro, Alexandra no pudo acceder al plan de retorno español. Este prevé la entrega acumulada de la prestación de desempleo a los trabajadores extranjeros. Esto a cambio de que estos regresen a sus países de origen y pierdan su residencia española.Ya están en Manta. Ocupan “un espacio amplísimo” de la casa del padre de Yary. Él ahora imagina a sus pequeños en el aeropuerto corriendo hacia él. Ha aplicado al plan de retorno español y espera la respuesta en unos 15 días. Le corresponde poco más de 4 000 euros. Recibiría el 40% en España y el 60% en Ecuador. Quiere comprar equipos de PlayStation “los que me permitan en la Aduana”- y ponerse un negocio en Manta. Aunque sin fecha, el regreso de Yary es inminente. “No me arrepiento de haber venido, me llevo una experiencia de vida”. Las cosas no salieron como pensaban. Le fue imposible ahorrar porque a los seis mese de llegar a España, Alexandra y los niños se le unieron y los gastos eran importantes.