La estimulación temprana de los doctores y padres es necesaria en los bebés prematuros para que puedan desarrollar sus capacidades adecuadamente. Foto: Archivo / El Comercio
“Luchadores desde que nacen” es la frase que Sara Batallas utiliza para describir a los bebés que, por diversas razones, adelantan su llegada. Con solo 24 semanas de gestación, su hija Sofía pesaba 720 gramos y tenía 32 centímetros de estatura; no pudo aguantar más tiempo dentro del vientre de su madre y nació 14 semanas antes de lo debido.
La primera barrera -que naciera con vida- fue superada, explica Sara, pero desde ese momento, las siguientes tres semanas, ella y su esposo fueron testigos de sus avances y su crecimiento en la termocuna.
El primer año es una etapa decisiva en la vida de los pequeños. Los niños no solamente se apresuran en su llegada, sino también en desarrollar sus habilidades más rápidamente que aquellos que cumplen los nueve meses dentro del vientre de la madre.
El doctor Luis Caicedo, jefe de Pediatría del Hospital Metropolitano, explica que durante el primer año de vida se desarrolla un proceso llamado ‘catch up’, donde el bebé trata de compensar el peso y estatura que le faltó desarrollar.
Por ejemplo, afirma el médico, un recién nacido gana 30 gramos por día durante el primer cuatrimestre de vida, después 20 gramos los siguientes cuatro meses y 10 gramos por día el último período del primer año.
En el caso de los prematuros, en la primera etapa pierden peso ya que no pueden alimentarse directamente de su madre. Después de esto empiezan a ganar hasta 60 gramos por día.
Este momento es el punto más notorio del crecimiento acelerado de los bebés prematuros frente a los que cumplieron los nueve meses antes de su nacimiento.
Pasado el año, los pequeños se desenvuelven normalmente, según el doctor Caicedo. Para el galeno, el hecho de nacer antes no necesariamente indica que se desarrollarán prematura o tardíamente.
La pediatra Ángela Cabrera, pediatra, explica que lo más importante en el crecimiento de los niños es que haya tenido un aporte adecuado de oxígeno durante el primer año, que no haya sufrido de asfixias y sobre todo que haya recibido una adecuada estimulación por parte de sus padres.
Un estudio del Hospital de las Mujeres y los Niños, de Providence, en Rhode Island (EE.UU.), demostró que los bebés prematuros que tuvieron mayor contacto con sus padres mientras estaban en la unidad de cuidados intensivos obtuvieron un mayor puntaje en evaluaciones de lenguaje y función cognitiva infantil.
Es por esto que Hernán y Sara iniciaron el Plan Canguro. Esta fue la primera vez, después de tres semanas de nacida, en la que cargaron a su pequeña a pesar de los tubos y las sondas utilizadas para alimentarla y controlar su respiración. Les explicaron que el contacto con los padres es fundamental para su adecuada recuperación.
Una vez que regresaron a su hogar, después de 11 semanas de permanecer en el hospital, poco a poco tuvieron que aprender todos los cuidados que necesitaba la pequeña.
Pero su desarrollo se dio de forma acelerada -explica la madre- ya que muchas veces los sorprende con actitudes de un niño más grande. “Si lo normal es que a los 2 años hablen 50 palabras, Sofía habla 100”, explica la orgullosa madre.
Micaela Guerrero coincide con Sara en que, aunque no es una regla, los niños prematuros se desarrollan más rápido. Benjamín, su último hijo, nació de 28 semanas, a diferencia de su hermana mayor, que cumplió con el período normal.
Ella sostiene que pudo ver la diferencia en sus hijos, ya que el segundo aprendió a hablar y a leer más rápido.
Además, afirma, que por lo general no se enferma y cree que el haber enfrentado problemas con su corazón y pulmón al nacer lo convirtió en un niño mucho más fuerte.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada año nacen 15 millones de niños prematuros. Además, el informe explica que anualmente mueren alrededor de 1 millón de recién nacidos prematuros. La OMS indica que unas tres cuartas partes podrían sobrevivir si tuvieran acceso a cuidados que pueden ser muy costosos.