Los niños son los encargados de llevar las imágenes. Foto: Glenda Giacometti / EL COMERCIO
Los niños de las comunidades de Salasaka son los protagonistas de la novena. Ellos se reúnen para rezar, cantar, jugar y ser parte del programa de la Navidad que organizan los dirigentes de la comunidad de Chilcapamba.
Las novenas del Niño comenzaron en el centro de la comunidad días antes de Navidad. Los adultos y niños participan activamente. Los dirigentes ayudan con la logística para que los villancicos se escuchen en la comunidad. Algunos niños cantan en español y otros lo hacen en su idioma nativo, el kichwa.
El dirigente Ángel Pilla explica que la comunidad adquirió dos imágenes en el 2000. A una de ellas denominaron ‘Aventurero’, en honor al patrono de la comunidad San Buenaventura. Con ella recorren las casas y calles empedradas, asfaltadas y de tierra de la comunidad. “Es un Niño al que le gusta pasear”, indica Pilla.
La otra imagen se denomina ‘Manuelito’, en honor al alcalde del cantón Pelileo, Manuel Caizabamba. El Burgomaestre se convirtió en el primer indígena en administrar la urbe. Las imágenes fueron vestidas con un pantalón de tela blanca y un poncho negro. Ellos ocupan los sitios principales de los pesebres de las familias que los invitan a pasar y a quedarse hasta el siguiente día.
Baltazar Chiliquinga cuenta que no se elige a las familias sino que es la voluntad de los dueños de la casa. El dirigente explica que mientras recorren por las calles con la imagen, los dueños de las casas invitan a pasar. En las salas o en los patios de las viviendas rezan y cantan.
El intenso frío no es impedimento para realizar esta actividad de la religión católica. “Los dueños de las casas brindan buñuelos o sánduches que están acompañados con una taza de café o agua medicinal”, comenta Chiliquinga. La mayoría de las niñas viste sus atuendos autóctonos, compuestos por anaco y bayetas. Mientras que los hombres lucen pantalón y camisa de color blanco con bordados en el cuello y mangas y el tradicional poncho negro.
La novena finalizó ayer con el tradicional pase del Niño y eucaristía en la iglesia de Chilcapamba. Los jóvenes representaron a José, María y los Reyes Magos, pero con sus atuendos. Además, llevaron animales como ovejas, burros, perros y gatos al pase intercultural. En el evento, los niños recibieron presentes y compartieron la comida típica como el cuy con papas, la chicha de maíz y la sopa de pollo.
También hubo la elección de la Princesita de Navidad. La niña designada recibió una canasta de víveres y regalos de parte de los dirigentes. El historiador Jorge Caizabanda explica que antes de la llegada de los españoles se celebraba la fiesta del Kapak Raymi o Fiesta del Florecimiento, en español. Pero esta fue reemplazada por las costumbres de la Navidad donde se fusionan lo religioso del catolicismo con las tradiciones que son parte de la filosofía andina.
“En estas fechas, los taitas y mamas transmiten sus conocimientos a los niños, donde les entregan las herramientas para que comiencen a labrar la tierra, a tejer, hilar o hacer música. La fiesta es una mezcla de las creencias religiosas y la cosmovisión andina”, asegura Caizabamba.