Jorge de los Santos, compositor de video y cine, socio y director de arte de La que Cruza, que hace producción y postproducción de cine. Foto: Cortesía
‘Cuando era chiquito no había ropa chévere para niños, todo era turro’
Yo me acuerdo de todos los dibujos animados que veía cuando era pequeño, sobre todo de Hanna Barbera: Los Picapiedra, el Oso Yogui, Huckleberry Hound, pero también veía Mazinger; ahí empezó toda la moda de los robot, del manga japonés, que eran más viejos pero recién pegaron acá en esa época. De ahí llegó el Festival de los Robots, el Super Megratón, vinieron Voltron, los Transformers.
Mis juguetes soñados eran los de G.I. Joe, pero a mí no me daban porque eran juguetes de guerra, supuestamente. Entonces me daban solo cosas de He Man, y tenía todo de esa serie.
Pero de largo mis juguetes favoritos eran los legos. En mi época empezaron a aparecer los legos de la División City, en la que salen los bomberos, la gasolinera, la mecánica, policías, astronautas, la estación de trenes, el banco… Pero la gran novedad de mi infancia era la gran juguetería, que abría una vez al año y no había más. Para mí, ir al Salón del Juguete era lo máximo.
En mi casa, mi hermano y yo pasábamos con mi mamá, porque ella empezó a trabajar cuando yo ya tenía unos 17 años. Durante toda mi infancia y adolescencia mi mamá permaneció en casa, por eso solo veíamos media hora de televisión al día y no tomábamos cola. Y ya teníamos videojuegos. Creo que el Atari me llegó cuando tenía unos 5 años; no me acuerdo que mi mamá me haya dicho: Deja de jugar, pero tampoco me acuerdo haber estado jugando como loco.
Cuando yo era chiquito no había moda, porque no había ropa chévere para niños, todo te quedaba flojo, todo era turro. Y mi corte de pelo era el de Príncipe Valiente, como el de todo el resto. Lo máximo de moda a lo que llegué fueron los zapatos Kangaroos, que tenían tres cintas de velcro; en esa época todo era con velcro. Mi primera percepción de moda fue con las camisetas neón de Batman.
En esa época yo no era tan musical, era más visual, pero me acuerdo que los dos primeros LP que nos regaló mi mamá fueron el de ‘La isla bonita’, de Madonna, y uno de Albano y Romina Power. Y también teníamos los típicos discos: Parchis, Menudo, Dumbo, Enrique y Ana, y todos eran de colores. Fui a mi primer concierto con mi mamá: al de Paloma San Basilio.
Y para comer golosinas nos llevaban o al Rusty o a la Pizza Hut de la zona (La Mariscal), y también a ese McDonalds que había acá (que no era una franquicia).
Por esos años todo era full socialcristianismo, pura propaganda, me acuerdo que la gente andaba con chompas amarrillas, y se oía mucho el eslogan de León: ‘Pan, techo y empleo’, pero de la cosa política de la que me acuerdo de manera traumática es de los comerciales en contra de Alfaro Vive, porque les estaban buscando.
Pasaban unas fotos en las que parecía unos demonios, salían con una música de fondo tenebrosa y yo tenía pesadillas de que iban a entrar por la ventana a hacerme algo. Yo sabía ni quiénes eran ni qué habían hecho, pero sabía que eran de Alfaro Vive y que eran lo peor que podía haber.