Introducción:
Cuando Nicole Morillo me recibe, su pelo aún está mojado y no lleva puestos los aretes. Ella estudió orfebrería en Italia y desde hace 11 años cogerencia Fiamma, la joyería que tiene junto con su prima. Sigue diseñando, pero ya no haciendo; su habilidad manual queda para otras actividades, que ella prefiere no calificar de artísticas sino de vitales. “Si no hago algo con las manos, me vuelvo loca”, me dice mientras conversamos rodeadas de sus creaciones (objetos varios), que hacen de su casa un sitio bello. Allí vive con Lorenzo, un schnauzer que no sabe que es perro ni que es viejo (12 años). De fondo suena Ryuichi Sakamoto y la vida parece perfecta.
Testimonio:
Yo no sé si soy joyera, lo que sé es que cosa que me cae en las manos necesito pintarla, armarla, arreglarla. Soy muy manual. Todavía tengo el primer anillo de mullos que hice cuando era chiquita. La hermana mayor de mi mamá, mi tía Estela, era la persona más espectacular que he conocido y la que más ha influido en mí en el aspecto artístico; un mes le daba por coser, otro por armar árboles con mullos, otro pintaba vidrios; o sea, tal cual como yo ahora.
Tal vez la joyería le ha puesto una estructura a este gusto mío de hacer cualquier cosa con las manos. Debo tener algo de obsesivo-compulsiva, porque la joyería requiere de mucha precisión y detalle; capaz que por ahí va… porque no es que de chiquita dije: “yo quiero hacer joyas”. Más bien, como que todo se fue dando; todo encajó. Tal vez en 10 años estoy haciendo otra cosa.
Vivo de la joyería, pero no es que siento que es todo para mí; porque hago otras cosas (todo tipo de objetos hermosos y artísticos). Y trabajo a unas horas rarísimas; a veces cuando le dejo a mi papá (en su diálisis, a la que lo acompaña tres veces a la semana desde las 05:30); o cuando se me mete algo, antes de que se me vaya de la cabeza, me quedo hasta las tres de la mañana haciéndolo.
Nunca me he casado ni he tenido hijos; mis papás jamás me presionaron. Es que no es un tema y nunca lo fue. No me es familiar angustiarme porque no estoy en una relación, pero tampoco digo que no quiero estarlo.
Para mí el sentido de familia es muy importante. La tribu es básica, con distancia saludable y cercanía saludable. Y creo que por eso no ha habido dramas en el tema de hijos para mí. La familia es tu ‘safety net’, donde siempre sabes cómo vas a caer.
Según yo, al cumplir 40 todo iba a ser exactamente igual, pero, por ejemplo, la aseguradora que tengo años, solo cuando cumplí 40 me mandó un mensaje deseándome mucha salud (carcajadas). Entonces dije: creo que es hora de hacer algo. Pero en realidad no hago mucho.
Quizá el resto espera que yo sienta algo por tener 40 años, pero a mí todavía ‘no me llega el fax’. No sé. Depende mucho de qué has logrado. Tengo una chévere social, vivo de mi trabajo y me queda tiempo para poder hacer lo que me gusta. Mi familia está completa. Tengo superbuenos amigos. Tengo una salud intermedia y libertad para moverme.
¿Qué se supone que tienes que hacer a los 40, a los 50? Lo único que no puedo hacer ahorita es comprarme la Vespa (aunque ya tiene el llavero) porque aún soy muy joven para morir (risas). Pero a los 60 me va a importar un carajo, porque ya habré hecho todo lo que he querido. Ahí voy a comenzar a tomar, a fumar, a farrear y me voy a lanzar en la Vespa sin casco.