Nicole emprendió su viaje el 4 de octubre del 2017. Ha recorrido Filipinas, Indonesia, Singapur, Malasia, Sri Lanka, Nepal y Tailandia. Foto: Cortesía Nicole Bonilla.
El miedo no la limitó. Nicole Bonilla renunció a todo lo que tenía en el Ecuador para emprender una travesía en el Sudoeste Asiático. Lo hizo para seguir un sueño que la motiva desde niña: viajar, darle la vuelta al mundo, absorber lo diverso de la cultura humana.
La guayaquileña, de 27 años, no solo dejó su espacio laboral, también se aventuró a ingresar a un continente con códigos culturales diferentes, sin su familia, amigos y comodidad. Esto ha tenido una recompensa, en 11 meses ha llegado a países como Filipinas, Indonesia, Singapur, Malasia, Sri Lanka, India, Nepal y Tailandia.
Desde allí, Bonilla atiende una entrevista con EL COMERCIO. Son las 20:00 en Ecuador. En Chiang Mai, capital del norte de Tailandia, son las 08:00. No hay candados en las puertas, los robos son hechos aislados y la violencia de género es menor en las calles, pero existe.
No se fue porque estaba inconforme con su trabajo; al contrario de lo que podría pensarse, la joven disfrutaba su trabajo como Experta en la Coordinación de Innovación en Universidad Regional Amazónica ‘Ikiam’. Pero los 15 días de descanso y viajes que realizaba en sus vacaciones no le bastaban y la idea de recorrer el mundo la perseguía.
En Rishikesh, India, la joven ecuatoriana conoció a Ladu Baba, un swami, maestro espiritual. Foto: Cortesía Nicole Bonilla.
La situación económica comenzaba a empeorar en el Ecuador. “Tenía un buen trabajo, me pagaban bien y me gustaba mucho. Veía cómo mis compañeros de universidad no lograban conseguir (un empleo). Entonces pensaba ¿Qué hago, voy a dejar esto mientras tantas personas están buscando uno? Creo que, en cierto punto, lo decía porque me sentía ingrata con la vida”, recuerda.
Le tomó un año decidir seguir sus sueños. Ahorró el 70% de la remuneración económica que recibía y el 4 de octubre del 2017 partió desde el Ecuador hacia Asia. Luego de un recorrido de más de 17 000 kilómetros llegó a Filipinas.
Escogió Asia por dos motivos: su bisabuelo es originario de China y llegó a Ecuador hace más de 70 años. Uno de los intereses de Bonilla era conocer sus raíces, el segundo tiene que ver con el factor económico; sudoeste Asiático es una de las regiones más baratas, después de Sudamérica, asegura.
Sus experiencias la han convertido en la ‘Wambra Viajera’. Así se dio a conocer esta ecuatoriana en redes sociales gracias al blog en el que relata una a una sus anécdotas. En este espacio, Bonilla siempre recibe la misma pregunta: “¿Cómo lo lograste?”.
“Usualmente, la gente piensa que mi viaje es financiado por mis papás o que tengo mucho dinero. No es así”, asegura. “A todos en mi familia nos tocó trabajar duro para tener nuestras cosas”.
Esta viajera asegura que hay dos reglas básicas para quienes deciden alejarse de su país y conocer el mundo. La primera es “saber ahorrar, pero sobre todo tener disciplina para hacerlo” y la segunda es “pensar que los sueños no tienen límites”. Su viaje le ha permitido entender que a veces el ser humano no se da cuenta de la bondad del otro. A veces, los ‘extraños’ son aún más empáticos.
Su paso por Sri Lanka le marcó la vida. Allí, durante un trabajo de voluntariado, conoció a dos niñas de 5 y 7 años. Las menores y Bonilla formaron una suerte de hermandad, a pesar de que fue poco el tiempo que compartieron juntas. La ecuatoriana todavía las extraña.
La guayaquileña compartió momentos con Ranu, una pequeña niña que conoció mientras realizaba un voluntariado en Palawatte, en Sri Lanka. Foto: Cortesía Nicole Bonilla.
Esta experiencia le marcó la vida. “Me conocí a mi misma, aprendí a escucharme, a desbloquear muchas cosas”, dice.
Bonilla no tiene filtros, asegura que no le gustan. Viajar es redescubrirse pero hay mucho sacrificio detrás, cuenta. No es como lo muestran los bloggers o YouTubers masivos; conocer el mundo, la mayoría de veces, no es glamoroso, dice.
“Se han formado comunidades de ‘travel bloggers’ que publican unas fotografías increíbles con todo perfecto. Eso no es real. Y la gente, cada vez que las mira, crea un imaginario engañoso. La idea no es que las personas que nos ven se depriman viendo nuestros destinos, sino que se inspiren y se animen“, comenta.
En la India conoció el amor. Allí vivió junto a ‘B’- nombre con el que identifica al que fue su pareja en su blog- rodeada por los Himalayas, pero enamorarse no era parte del plan de viaje de esta Ecuatoriana que reconoce haber tenido miedo al iniciar su recorrido, no solo por la incertidumbre a lo desconocido, sino porque había terminado una relación “conflictiva”. Era difícil volver a creer pero lo hizo.
En uno de sus escritos, asegura que ‘B’ “me cambió la vida y me sanó”. Sin embargo, en un viaje tan largo el cúmulo de emociones se asimila de a poco y en solitario por lo que decidió continuar sola.
Bonilla no teme. Esto pese a que casos como el asesinato en Montañita en el 2016 de las turistas argentinas María José Coni y Marina Menegazzo y el de Mar Matus, asesinada en Costa Rica a inicios de agosto generan olas de comentarios que se condensan en uno solo: la mujer no debe viajar sola.
La joven critica la cultura del miedo que se ha cimentado bajo una base patriarcal. Frente al comentario, para ella hay solo una respuesta y la dice enfáticamente: “hay que seguir viajando”. Y es que el crecer con miedo y violencia no puede significar un impedimento, asegura.
El próximo destino de la ‘wambra viajera’ es Myanmar, una nación fronteriza con Tailandia. A la par, la ecuatoriana se alista para su próximo proyecto de vida: recorrer una región de África en bicicleta.