Grabado en metal realizado por los artistas que visitaron América en 1835 como parte de la expedición de Alcides D’Orvigny. Foto: Enciclopedia del Ecuador
El país acaba de cumplir 210 años de la gesta libertaria del 10 de Agosto de 1809, tema en el cual no siempre figuran en la lista de los llamados próceres, otros actores, por su condición social. Es obligación de los historiadores ampliar la investigación sobre el papel que jugaron personajes que contribuyeron a la causa de la Independencia, sobre todo al éxito de las tropas que lucharon por lograr su objetivo, particularmente el 24 de Mayo de 1822 con la gesta de Pichincha, en la cual Sucre acabó con el poder español en la Audiencia de Quito.
En el Archivo Nacional de Historia existen 24 cajas con 394 registros sobre esclavos, divididos por siglos. En el caso del s. XIX pueden hallarse datos sobre el período independentista y luego el republicano, llegando hasta el Decreto de la Manumisión dictado por Urbina en 1851; sin embargo, los testimonios son generales y no aportan mayores informes sobre la actitud de los esclavos, particularmente de los descendientes afros que servían en las haciendas del valle del Chota, entre los cuales el proceso independentista tuvo gran acogida, pese a sus limitaciones de acción. Como referencia, en la Batalla de Ibarra del 17 de Julio de 1823 “un buen número de negros esclavos que laboraban en la hacienda llamada San Vicente de la Orden de Predicadores, alertados por un tal Mateo Chalá, negro capataz de dicho fundo, abandonaron los cultivos de algodón que se hallaban en plena cosecha para perseguir a los esforzados soldados liderados por el insigne Agustín Agualongo, fiel a S.M. que habían sufrido una injusta derrota en Ibarra en manos del zambo Bolívar y sus secuaces, por lo que estaban huyendo a Pasto, llegando al extremo de atacarlos en las orillas del río Chota, río que estaba muy aguado y que no permitía el retorno a su pueblo”. (Miguel Castrillón, Agualongo y su heroica defensa de Pasto, Cuadernillo posiblemente de 1823. Archivo Municipal de Pasto, p. 18 )
Años atrás, cuando se produjo en Quito la masacre de los patriotas el 2 de Agosto de 1810, las haciendas localizadas en el valle del Chota que habían pertenecido a los jesuitas eran administradas por varios terratenientes, que, de acuerdo con la Real Hacienda, lucraban estas posesiones bajo la modalidad de arrendamiento, causa por la que las tierras y sus habitantes, sobre todo los esclavos, se hallaban bajo su dominio.
Es el caso de la hacienda Caldera (actualmente territorio del cantón Bolívar-Carchi.) “Tengo en mi posesión 28 esclavos negros y sus familias, de los cuales la mayoría son viejos y achacosos por la mala fama que se me ha dado de que no los trato bien, razón por la que varios de ellos se han escapado a otras haciendas y pedido refugio. He reclamado de forma airada al Corregidor de la Villa pero no se hace justicia (…) lo más grave de todo es el problema que me causa una negra llamada Nicolasa Congona, revoltosa, pendenciera y traidora con S.M., puesto que viene levantando y alborotando a los demás negros para que apoyen a la causa de los infames levantiscos que se han proclamado en Quito independientes de la autoridad de N.S. el Rey. Esta rebelde procede en venganza injusta contra mí, solo por cuanto administré derecho con mi mano a su marido, a quien sorprendí robando una cesta de sal de la carga que llegó de las salinas y que no le repartí como castigo, por cuanto siempre anda en pendencia con el escribiente de mi hacienda al que no obedece sus órdenes. Le hice dar 200 latigazos en presencia de todos los demás esclavos y pasé con agua sal sus heridas y un poco de ají, cosa común entre los esclavos indolentes. Por la tarde había muerto y ordené se lo enterrara de inmediato. Ese mismo día por la noche, la negreada dirigida por esta infame mujer, me robó veinte asnos, a los que cargó con granos y alimentos de mi propiedad y mandó a los tunantes que venían de Quito para avanzar a Pasto, ubicándose en Ibarra. No contenta con ello, incendió mi granero y estuve a punto de ser lastimado por estos bandidos, que en buen número se escaparon con el fin de unirse a los revoltosos. Esta misma negra se ha puesto al frente de unos quince indignos y levantó voces para que todos los negros de la comarca se alcen contra la autoridad real, maten a sus amos y se unan a los belicosos de Quito.
“He procurado controlar la situación empleando la fuerza, ya que tengo conmigo a treinta indios leales a quienes he dotado de armas de chispa y lanzas, pero todo es imposible, por lo que he recurrido al Capitán de Granaderos Manuel de Zaldumbide, para que destaque un grupo de soldados y reprima con violencia a estos insurgentes antes de que hagan de las suyas y se unan totalmente a los rebeldes…” ( Carta de Juan de la Vega al procurador de la Villa de Ibarra Esteban García, julio de 1812. Archivo Municipal de Ibarra, Legajo 101. Para mayor comprensión se ha modificado de forma prudente el texto original)
Recordemos que los patriotas quiteños en noviembre de 1812 libraron en Ibarra un combate con las tropas de Sámano, siendo fusilado en esa ciudad el coronel Francisco Calderón, padre de Abdón Calderón, junto a los comandantes Aguilar y Guillón. (Cristóbal Tobar, Monografía de Ibarra, Municipio de Ibarra 1985, p.126)
Fray José Reyes, de la comunidad mercedaria, patriota declarado, informa en 14 de diciembre de 1812 al comendador de Quito fray Miguel Espinosa que “dando secto cumplmto a lo q. dspso S.P.R p diligenciar apoyo a la csa de la srnsma Spma Jta. de Qto. he mandado posta con aya. de la negra Niclsa Congna, rebelde q se ha escapado del fndo. de Dn Jn. de la Vega y tne a su mando vars negros esclvs. q. han salido de indto a Pasto p. informar del sucso. de Ibarra. Esta escla. es de confiar p su arrojo y amr. a la causa de la libtad. (dando secreto cumplimiento a lo que dispuso su paternidad reverendísima para diligenciar apoyo a la causa de la serenísima Suprema Junta de Quito, he mandado posta con ayuda de la negra Nicolasa Congona, rebelde que se ha escapado del fundo de don Juan de la Vega y tiene a su mando varios negros esclavos que han salido de inmediato a Pasto para informar del suceso de Ibarra. Esta esclava es de confiar por su arrojo y amor a la causa de la libertad. Nuestro) (Archivo del Convento Máximo de la Merced de Quito, Convento de Sta. Catalina de la Villa de Ibarra, 1813, Hoja suelta)
Para 1818, Juan de la Vega presenta un nuevo escrito al corregidor de Ibarra, Francisco Javier de Velasco, en donde exige que el tesoro real le restituya la suma de “cuatrocientos pesos reponiendo la gran pérdida sufrida por la huida de casi todos mis esclavos a órdenes de la negra Nicolasa Congona, quien se había unido a los insurgentes en Popayán dirigiendo una columna de sediciosas mujeres, cosa inaudita para nuestro tiempo. Gracias al cielo ha sido abatida en el combate de la Cuchilla por nuestros valerosos granaderos y su cuerpo arrojado a los buitres para escarmiento de los traidores…” (Ibíd. Municipio de Ibarra. Ver legajos entre 1818-1820. Las hojas se hallan en desorden)
Pese a que la figura de Nicolasa Congona es desconocida en el panorama histórico independentista, su contribución a la emancipación es de gran importancia, por cuanto luchó sin otra recompensa que no fuera cumplir con sus anhelos de justicia y libertad.