Vivir en la selva gracias al turismo comunitario

Napo Wild Life Center

Ni una veintena de libretas de viaje bastaría para describir todo aquello que se mira al visitar las instalaciones del Napo Wildlife Center. Todo porque este lodge, escondido en pleno Parque Nacional Yasuní, se encuentra integrado a su entorno. Así, la infraestructura hotelera va más allá de unas cuantas cabañas y un servicio de comida (de alta calidad). El lodge es todo aquello que los ojos alcanzan a ver en el horizonte.
A casi cuatro horas de viaje en dos canoas, el Napo Wildlife Center se levanta a las orillas del lago Añangu, el mismo que da nombre a la comunidad Kichwa que cuida y protege la zona.

El proyecto comunitario empezó como un servicio para mochileros que querían conocer la selva ecuatoriana de la mano de los nativos. Luego de más de 15 años, se ha convertido en un lodge de categoría internacional. TripAdvisor, por ejemplo, le otorgó hace un par de semanas un puesto en su Salón de la Fama, al cual llegó tras cinco años de calificación de 5/5 estrellas por parte de los usuarios.
Entre lo que lo convierte en un hotel único están sus guías. Muchos de ellos son miembros de las comunidades Kichwas, por lo que recorrer juntos la selva es una experiencia intensa.
Mientras el ojo citadino ve a simple vista las ramas de un árbol sumiso en el verdor, ellos son capaces de distinguir a la docena de murciélagos que se camuflan entre el paisaje.
Hay otro hecho fundamental que enriquece el viaje: la diversidad de flora y fauna. A diferencia de otras comunidades, los añangu han abandonado por completo la cacería con el fin de preservar las especies de la selva. Así, en un recorrido común y corriente es muy fácil encontrarse con monos ardillas, anacondas, loros, caimanes y demás, ya que su población se ha incrementado gracias a las políticas comunitarias.

Una particularidad que vale destacar es que ningún grupo de pasajeros se cruza en la selva. La variedad de rutas y actividades con las que trabaja el lodge permite un flujo de turistas permanente. De este modo, unos pueden disfrutar con total comodidad los saladeros de aves, mientras que otros se encuentran en la cima de las torres de avistamiento (que van entre los 20 y los 40 metros de altura).
Dentro de este proyecto, los añangu no solo muestran la magia de la selva sino también sus costumbres y tradiciones. Una vista al Centro de Interpretación es la forma perfecta para conocer sus bailes y cánticos tradicionales o para aprender a cocinar tal como ellos lo hacían ancestralmente.
El plus del viaje es, sin duda, la organización detrás de las operaciones. El Napo Wildlife Center es un ejemplo de turismo ecológico y comunitario. Los alimentos los proveen de sus cultivos, los empleados son los miembros de la comunidad y el capital que se genera es invertido tanto en el hotel como en proyectos de educación, salud y vivienda de los añangu. Con ello comprueban que en la selva amazónica ecuatoriana el futuro no solo depende del petróleo.
