Los integrantes del grupo Ñukanchik Kawsay se presentaron en el Centro Cultural de la Universidad de Cuenca. Foto: Lineida Castillo / EL COMERCIO
En el cantón Cañar, los ancestros cañaris dejaron su huella musical. En las comunidades indígenas de Quilloac, Juncal, Sisid y Zhud sus agrupaciones siguen interpretando las melodías andinas.
Ñukanchik Kawsay es una de ellas. Nació con la reforma agraria en 1964, como un grupo de teatro para denunciar el maltrato que vivían los peones en las haciendas. “Era la expresión de dominación que vivieron nuestros ancestros”, dice el director Santiago Guamán.
Más tarde, tras investigaciones realizadas, se convirtieron en un grupo de música que cantaba -en kichwa– ese sufrimiento. Pero también evocaba los ciclos agrícolas, humanos y religiosos, que están ligados con la naturaleza, la cruz andina, el sol, la luna, la Pacha Mama, animales mitológicos…
El grupo está integrado por 15 personas. Ocho de ellos también conocen de danza. El resto sabe tocar los instrumentos como flauta, bombo, chirimía, ruco pingullo, huancara, zampoña, charango, quena, rondadores… Algunos fueron elaborados por ellos con caña guadúa, carrizos y madera.
Ñukanchik Kawsay es considerado un grupo auténtico de la cultura Cañari, al igual que la agrupación Inti Ñan, señala Pedro Solano, docente del Instituto Bilingüe Intercultural Quilloac. “En sus presentaciones -al igual que a diario- los integrantes utilizan su atuendo típico”.
El hombre viste una camisa ricamente bordada en los puños y cuello, poncho de lana a rayas, cuzhma y sombrero de lana. La mujer, en cambio, usa la pollera de bayeta bordada en la parte inferior, la huallcarina (chalina), blusa bordada
y sombrero.
Estos conjuntos también se acompañan y apoyan. Por ejemplo, si en alguna presentación falta el flautista, le reemplaza un músico del otro grupo.
“Esa convivencia cultural y armónica la heredamos de nuestros antepasados”, sostiene el músico Santiago Guamán.
Los repertorios de ambas agrupaciones han sonado en Ecuador, Perú y Bolivia.
Han participado en múltiples festivales de música folclórica, celebraciones andinas, fiestas de los pueblos… El pasado 28 de abril brindaron un espectáculo en el Centro Cultural de la Universidad de Cuenca.
Allí entonaron los temas más reconocidos dentro del folclor cañari como Kinray Ñan y Killoacmanta Runacuna, nombres kichwas que traducidos al español significan: Camino horizontal y Seres humanos. Pero también otros temas en los géneros chaspishka, aire típico y sanjuanitos, que tocan en actos ceremoniales y protocolarios de los indígenas.
“Nuestra música es auténtica”, dice Ignacio Quinde, quien toca el tambor y la guitarra en Ñukanchik Kawsay. “Los antepasados usaban la música para alegrar a la gente y eso lo heredamos. Ellos eran hábiles maestros en este arte”.
Él está orgulloso porque asegura que cuando se presentan, todos escuchan con atención la música y bailan. Según Quinde, en Cañar no existen academias para enseñar a las nuevas generaciones el uso de los instrumentos andinos, que brindan un sonido especial a las melodías. “Aprendemos a tocar solos”.
José Guamán dirige Inti Ñan, que está integrado por seis personas. Sus padres les transmitieron los conocimientos y la sabiduría de la cosmovisión andina, a través de la música y la relación con la naturaleza. Por eso, en ellos la música es algo innato. “Es el poema diario de agradecimiento al agua, cascadas, espíritus de los cerros, a los santuarios de altura, los rituales ceremoniales…”.
En Cañar existen 10 grupos que han fusionado los sonidos andinos de las zampoñas, quenas, rondadores o flautas con guitarras, bajos y teclados eléctricos. Uno de ellos es el grupo Yamanty, que traducido al español significa pensamiento dual.
Según Solano, son grupos de jóvenes que están aprendiendo la música en academias o conservatorios. “Innovaron o fusionaron sonidos, sin dejar la expresión cultural cañari”.