Dos de las obrsa fueron exhibidas años atrás en el Louvre de París. Foto: Facebook / Museo Violeta Parra
Tres creaciones que fueron donadas el año pasado al Museo Violeta Parra de Santiago de Chile han sido expuestas desde hoy por primera vez al público, en el día de la conmemoración del 101 natalicio de la cantautora.
Un óleo, la arpillera ‘La Brujita‘ y una realización en papel maché son las obras de la fallecida folclorista donadas por el suizo Freddy Bauche, marido de una gran amiga francesa de la artista, Marie-Magdeleine Brumagne, y quien tenía las obras en perfectas condiciones.
Dos de ellas fueron exhibidas años atrás en el Louvre de París.
La institución también recordó los 101 años del natalicio de la artista, con una fiesta ciudadana gratuita a partir del mediodía, que contó con las cuecas (baile nacional) de Las Mononas y los Trukeros.
Asimismo, el museo incluyó un taller masivo de bordado, y proyectó un concierto de Isabel y Ángel Parra, entre otras actividades. Ubicado en la Avenida Vicuña Mackenna 37, a unas diez manzanas del Palacio de La Moneda, sede del Ejecutivo, el museo tiene en sus 1330 metros cuadrados, además de las salas dedicadas a la obra de Violeta, otros espacios para diversas actividades culturales, como talleres, conciertos y conferencias. La entrada es gratuita.
En conmemoración del natalicio de la creadora de Gracias a la vida, Casamiento de Negros y Volver a los diecisiete, entre muchas otras, el 4 de octubre fue elegido en la nación suramericana el Día de la música y de los músicos chilenos.
Violeta Parra Sandoval fue una cantautora, pintora, escultora, bordadora y ceramista chilena, considerada una de las principales folcloristas en América del Sur y divulgadora de la música popular de su país, a la que enriqueció con su obra.
Fue miembro de la prolífica familia Parra, todos artistas. Su contribución al quehacer artístico y musical chileno se considera de gran valor y trascendencia.
Su trabajo sirvió de inspiración a varios artistas posteriores, quienes continuaron con su tarea de rescate de la música del campo chileno y las manifestaciones constituyentes del folclore de Chile y América Latina.
Sus canciones han sido versionadas por diversos artistas, tanto chilenos como extranjeros. Gracias a la vida ha sido interpretada en varios idiomas. En 1961 Violeta viajó a Argentina y desde allí se embarcó rumbo a Helsinki (Finlandia) para participar en el VIII Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes.
Después, recorrió la Unión Soviética, Alemania, Italia y Francia, donde se instaló en París. Allí cantó en el Barrio Latino y dio recitales en Teatro de las Naciones de la Unesco, actuó en radio y televisión junto con sus hijos, bordó arpilleras e hizo esculturas en alambre.
En París grabó un disco de larga duración, que incluyó dos canciones compuestas y cantadas en francés, así como también otros temas muy importantes de su carrera, como Paloma ausente y Arriba quemando el sol.
Fue una etapa de gran nostalgia, tal como lo atestiguan canciones tan sentidas como Violeta ausente. En 1964 logró una marca histórica al convertirse en la primera latinoamericana en exponer individualmente una serie de sus arpilleras, óleos y esculturas en alambre en el Museo de Artes Decorativas del Palacio del Louvre, en una muestra titulada ‘Tapices de Violeta Parra’.
De regreso en Chile, en junio de 1965, y tras sufrir una fuerte desilusión amorosa, Violeta Parra se suicidó de un disparo en la cabeza a los 49 años en su carpa de la comuna de La Reina, que intentó convertirla en un importante centro de cultura folclórica, pero sin éxito.
Una capilla ardiente se levantó en su carpa y su funeral se llevó a cabo dos días más tarde, cuando fue enterrada en un nicho de la galería 31 del Cementerio General de Santiago.
Mientras que para muchos de sus amigos y colegas artistas resulta paradójico que la autora de Gracias a la vida, un himno a la existencia, se suicidara un año después de escribirla, otros críticos de su obra perciben en la letra, en el estilo de su música, en los tonos usados un estado de ánimo depresivo y una canción de despedida.
Gracias a la vida que me ha dado tanto
Me dio dos luceros, que cuando los abro
perfecto distingo lo negro del blanco
Y en el alto cielo su fondo estrellado
Y en las multitudes el hombre que yo amo