Un museo en Pomasqui recupera la historia del agave andino

En Pomasqui se creó un espacio para difundir la historia detrás de la extracción de los líquidos de esta planta y la utilización de sus distintas partes. Foto: Roberto Peñafiel/ EL COMERCIO.

En Pomasqui se creó un espacio para difundir la historia detrás de la extracción de los líquidos de esta planta y la utilización de sus distintas partes. Foto: Roberto Peñafiel/ EL COMERCIO.

Un museo que recientemente se instaló en la urbanización Señor del Árbol, en Pomasqui, resume la tradición de más de 500 años alrededor del agave andino y cómo los pueblos nativos llegaron a considerar a esta planta como una deidad.

En un pequeño jardín, ubicado a la entrada del museo, se exhiben 10 variedades silvestres obtenidas del volcán Casitagua y se detalla cada una de sus particularidades y usos ancestrales, como la variedad furcraea americana azul andina en su uso para el chaguarmishqui o la variedad verde furcraea hexapétala para la obtención de fibras de cabuya.

Diego Mora, gerente de Agave Spirit, comanda el recorrido al detallar cómo se obtenía las saponinas de la raíz del agave, luego de un proceso de molienda, y cómo eran usadas como champú de cabello o para lavar la ropa.

Luego procede a mostrar el proceso de obtención de la cabuya y cómo se la tinturaba con el uso de la cochinilla, una especie de parásito que crece en las hojas del nopal o en las tunas, y que al molerlo con agua y limón se obtienen colores anaranjados, mientras que usando otros ingredientes se crean tonalidades púrpuras.

En Pomasqui se creó un espacio para difundir la historia detrás de la extracción de los líquidos de esta planta y la utilización de sus distintas partes. Foto: Roberto Peñafiel/ EL COMERCIO.

En la entrada al museo existe un extracto de una frase emitida por el jesuita español José de Acosta en 1572, en la cual se describe a la cultura nativa del agave hace 447 años. “He identificado a un árbol sagrado para los nativos que lo veneran tanto como a un Dios, ya que les provee de alimento, techo y bebida (…). De su mismo corazón, enterrado en tierras altas, extraen su sangre blanca para beberla y con ello ingerir la vida misma dicen ellos”.

Según Mora, el oficio de la extracción del chaguarmish­qui fue denigrado con los años al asemejarlo con pobreza y con bebida de indios. “Este museo es un homenaje a Virgilio Collahuazo, el último mish­quero de Pomasqui, quien me motivó a investigar sobre el agave y a compararlo con la cultura azteca”, explica.

En una de las salas del museo se explica la técnica utilizada para abordar la planta, luego de que esta haya crecido durante una década. Se emplean herramientas rústicas conocidas como aspinas, con las cuales se le hace un orificio al corazón del agave para extraer la savia.

En otra sala del museo se muestra cómo se aprovecha el resto de la planta para la cocina e incluso para fabricar instrumentos musicales.

Suplementos digitales