El arte precolombino se extiende a lo largo del museo junto con piezas referentes a la ciencia y avances industriales. Foto: Enrique Pesantes / EL COMERCIO
El Museo Phi es un espacio para la exposición de arte con una orientación filosófica, en el que se contraponen ideas y conceptos de ciencia, investigación y religión para exaltar el desarrollo de la vida.
El espacio, además, reúne piezas elaboradas a partir de diversos materiales que rescatan las tradiciones ancestrales del país y presentan una evolución de la sociedad local.
Forma parte del Garza Roja Parque Cultural, centro recreativo que se ubica en el cantón Nobol, de la provincia del Guayas. Allí también funcionan el Museo de las Muñecas y un parque acuático.
En el camino hacia la entrada del Museo Phi se extienden hileras de figuras de más de dos metros de altura elaboradas en barro. Se denomina Panteón Prehistórico, señala Jorge Franco, uno de los trabajadores de la institución, y está compuesta por representaciones de culturas indígenas como la Valdivia y Chorrera.
Esta última se desarrolló entre los años 1 300 a.C. y 300 a.C. en el país. Fue una de las más extendidas y desarrolló la cerámica como manifestación artística y doméstica.
El interior del museo está distribuido en siete pabellones. Uno de estos es la Sala de Cosmografía Sonora. De acuerdo con Franco, exhibe instrumentos musicales elaborados a partir de la caña guadúa y recrea imágenes en tonos rojizos y negro pertenecientes a la cultura Huancavilca.
La caña guadúa es una especie botánica propia de la selva tropical que se extiende a orillas de los ríos. Pobladores la utilizan para la elaboración de muebles y artesanías.
La comunidad Huancavilca perteneció a la época precolombina y se asentó en la región Litoral del país.
El director general del museo, Ramón Sonnenholzner, señala que durante casi dos décadas ha trabajado en un concepto práctico de ensamblaje de las ideas de artistas de la cuenca baja del Guayas.
Además de la caña guadúa, trabajan materiales como piedra, metal y madera. “Existe una potente cantidad de esculturas que incluyen el Árbol de la Historia del Ecuador, una figura de 13 metros de alto que relata desde el fin del período inca, pasando por la Colonia y la República”, expresa. En el lugar se exhiben también piezas de reconocidos artistas como Hernán Zúñiga, Héctor Ramírez y Silvino Tomalá.
Para Sonnenholzner el objetivo del museo es la dialéctica, “ese desencuentro y encuentro permanente en las ideas humanas”. Por ello, los salones que recrean culturas ancestrales colindan con otros de temáticas variadas, algunas relacionadas con la creación, el origen del hombre y la investigación.
Por ejemplo, en una de las salas se exponen piezas sobre las teorías evolutivas de Charles Darwin. Otra que contrapone creencias religiosas del oriente y el occidente; además del salón de los mitos y otro dedicado a Leonardo Da Vinci.