Un museo exhibe cinco casas indígenas

Las casas de los Sápara están construidas un metro desde el suelo.

Las casas de los Sápara están construidas un metro desde el suelo.

Las casas de los Sápara están construidas un metro desde el suelo. Fotos: Glenda Giacometti / El Comercio

Las técnicas ancestrales de la construcción indígena se exponen en el Museo Etno Arqueológico de Pastaza. Las materias primas como el pambil, la guadúa, las hojas de palma, la chonta, los bejucos y las cortezas de los árboles se combinaron para la construcción de cinco chozas de las nacionalidades Shuar, Achuar, Sápara, Kichwa y Waorani.

La construcción de las viviendas se realizó con un estudio previo a las edificaciones que son habitadas por la gente en la Amazonía. Uno de los constructores e impulsores de las casas es el historiador Edwin Aguirre.

El promotor cultural explica que representantes de las nacionalidades se encargaron de la construcción. “Los indígenas saben cómo ubicar las bases de sus chozas y qué materiales se utiliza”, dice Aguirre.

Al ingresar al museo de Pastaza se observan las viviendas de los indígenas Shuar y Achuar. Para su construcción se utiliza la chonta y el pambil. Los nueve troncos que son los pilares sostienen la casa elíptica. Mientras que los bejucos o cuerdas vegetales se amarran y sostienen la caña guadúa. El material rígido es revestido entre los pilares y estas serán las paredes y el piso de la vivienda.

Aguirre explica que el techo es cubierto con paja toquilla y hojas de los árboles de la selva. Esa técnica mantiene la calidez en el ambiente interno de la casa en las horas de intenso sol. Las chozas de los Shuar están conformadas por dos habitaciones. Una es utilizada para recibir a los invitados y otra es el dormitorio donde están las mujeres. La cocina está separada de las habitaciones e incluso de la casa que es edificada cerca de un riachuelo o en la cima de una colina.

“La diferencia está en la casa de los Achuar que no tienen paredes. Los indígenas permiten que el viento circule por el intenso calor que hay en la zona. Algunas casas pueden medir hasta 23 metros de largo por 12 metros de ancho y 7 metros de alto y pueden alojar hasta 20 personas”, asegura Aguirre.

A pocos metros se encuentra la casa de los Sápara. Un letrero sirve como informativo de las características de la población, las costumbres, el territorio, la lengua y otros. La base de la vivienda es de chonta, pambil y huambula.

Lenin Montahuano, joven Sápara, explicó que las casas antiguas no tienen paredes y están construidas un metro desde el suelo. La altura les permite protegerse de los reptiles u otros insectos. Además, utilizan hojas de paja toquilla o lizan para el techo.

Montahuano comentó que el fogón se ubica en la mitad de la casa. “El humo permite que los insectos y las termitas no se alimenten con la madera”, comenta Montahuano.

Una pequeña cueva es la casa de los Waorani. Jairo Quila, promotor cultural del Municipio de Puyo, explica que las chozas son edificadas con palmas de paja toquilla y hojas entretejidas. Van desde el techo hacia el suelo y por eso se asemeja a una cueva. La vivienda tiene dos entradas y se asemeja a un óvalo.

“La casa de los Waorani se construía en la parte más elevada de una colina y en el centro de su huerta que contenía plantaciones de yuca, plátano y plantas medicinales. La forma tradicional de construir les permitía tener una posición estratégica para observar a los enemigos”, asegura Quila.

La casa principal o casa comunitaria de los Waorani era compartida por unas 30 personas. Las casas se deterioran después de 6 o 7 años de ser utilizadas. “Cuando ya están viejas las viviendas se queman y se construye otra con las mismas especificaciones. Las chozas pueden ser construidas al lado de la otra”, comenta.

Suplementos digitales