El artista Matthew Willey posa junto a un mural de abejas en la escuela Pipers Corner School, en Inglaterra. Foto: Reuters
Como muchos artistas, Matthew Willey deseaba conocer a su musa. No tenía idea que entraría volando por la ventana de su apartamento.
La abeja que entró a su habitación a fines de la primavera boreal de 2008 cautivó tanto al muralista de Nueva York que se embarcó en una misión para resaltar las crecientes amenazas a las polinizadoras pintando a mano 5 000 abejas en edificios de todo el mundo.
Después de haber representado más de 5 500 de los insectos en 30 murales e instalaciones durante los últimos cinco años, Willey dice que la experiencia compartida de la pandemia de coronavirus ha vuelto a la gente más receptiva del sentido de interdependencia que pretende evocar.
“Desde la depresión o la adicción pasando por el cambio climático, la contaminación plástica del océano y el racismo sistémico, es nuestra elección separar todos estos problemas interconectados en fragmentos que los hacen más difíciles de resolver”, dijo Willey.
“Una abeja siempre está considerando el bienestar de su colmena. Está programada de esa manera. Pero los humanos están programados para elegir. Así que debemos elegir ver cuán conectados están todos nuestros problemas”, agregó.