El Mundial de Brasil propone un reto interesante y a la vez terrorífico para los medios de comunicación y los periodistas. ¿Cómo diferenciarnos del contenido que ya tienen las redes sociales? En los libros y en las clases de comunicación existen respuestas para esta incertidumbre.
Los periodistas debemos hacer curaduría del torrente informativo de Twitter, por ejemplo. Sin embargo, la tarea no es tan sencilla.
El 15 de junio, día del primer partido de Ecuador contra Suiza, en tiempo real, se conocerá -minuto a minuto- lo que pase en Brasilia. Los tuiteros harán su análisis del partido, de los goles, la TV repetirá las mejores jugadas, los goles, las celebraciones. Los enviados especiales y los comentaristas locales analizarán el minuto a minuto… ¿entonces qué resta por hacer a los medios digitales? o aún más complicado ¿qué deberán publicar los medios tradicionales al siguiente día?
La intuición dice que es momento de una reflexión más profunda del tipo de periodismo que se hace en cada plataforma. No es fácil encontrar una respuesta, especialmente porque el peso económico aún está en los medios tradicionales; sin embargo, el grueso de los nuevos lectores está en la plataforma digital (dividida en redes sociales y sitios de contenido).
La inmediatez ya no es -obviamente- potestad de los medios digitales. Debiera ser la calidad y en esa lucha están en todo el mundo los sitios de noticias.
La reputación en la Internet se construye en tiempo real, una equivocación genera reacción inmediata y un acierto genera tráfico de visitantes. En los medios tradicionales la calidad genera credibilidad, pero la retroalimentación es mucho más lenta.
Ahí corre con ventaja el periodismo digital. El ‘feedback’ es instantáneo y se puede conocer qué consume cada lector, a qué hora lo hace, sus gustos, sus críticas, etc. Esas herramientas permiten que el contenido se construya para ellos. El reto es hacerlo con criterio editorial y calidad.