Las mujeres tsáchilas son más independientes

Las mujeres tsáchilas se dedican a la confección y elaboración de artesanías en los centros culturales y turísticos. Foto: Juan Carlos Pérez para EL COMERCIO

Las mujeres tsáchilas se dedican a la confección y elaboración de artesanías en los centros culturales y turísticos. Foto: Juan Carlos Pérez para EL COMERCIO

Las mujeres tsáchilas se dedican a la confección y elaboración de artesanías en los centros culturales y turísticos. Foto: Juan Carlos Pérez para EL COMERCIO

El rol de la mujer tsáchila ha cambiado en los últimos 20 años. Antes se dedicaban exclusivamente a las tareas del hogar y a la educación de los hijos. Pero actualmente ejercen cargos públicos, son empresarias, chamanes y guías turísticas.

Según la exasambleísta alterna Albertina Calazacón, en la nacionalidad hay ciertas limitaciones para las mujeres tsáchilas. “Se nos han prohibido muchas cosas, pero hemos logrado superarnos”.

Una de esas prohibiciones es no poder ejercer la medicina ancestral, ya que ese oficio era concedido únicamente a los hombres descendientes de chamanes. Las mujeres solo podían ser asistentes del poné (sabio) o parteras, pero siempre bajo la supervisión de un hombre.

En la actualidad hay 10 curanderas certificadas. Ellas son parteras pero también alivian otras enfermedades, como el cáncer en la primera etapa.

En su mayoría aprendieron el oficio de sus padres, hermanos o esposos. Lo hicieron para que los secretos chamánicos familiares no se perdieran.

En el caso de Albertina Calazacón, el maestro fue su padre Liborio Calazacón, uno de los chamanes más respetados en la comuna Chigüilpe.

Ella tenía 9 años cuando empezó a interesarse por la medicina ancestral y a los 15 ya asistía a su padre en la preparación de brebajes como la ayahuasca y baños de purificación.

Desde los 23 empezó a curar. “Cada día aprendo algo nuevo. No me considero un chamán sino una guía espiritual que ayuda a aliviar dolores”.

Pero Calazacón, además de ese oficio, también es la fundadora del proyecto turístico Tolón Pelé, en el que trabajan 25 mujeres tsáchilas.

Calazacón señala que el machismo en los reglamentos tsáchilas hizo que las mujeres no tuvieran derecho a adquirir o heredar propiedades. “Si el padre moría, las tierras quedaban en manos de los hijos hombres. Y en el caso de los matrimonios, si el esposo fallecía la tierra la heredaba el primer hijo varón”, señaló.

Por eso, Albertina debió hacer gestiones junto con su padre por más de un año para heredar la tierra donde se construyó un museo etnográfico, cabañas para hospedaje y exhibición de artesanías.

Según el gobernador tsáchila Javier Aguavil, las mujeres han adquirido nuevos derechos y se han ganado espacios por sus capacidades.

Susana Aguavil, por ejemplo, logró una curul en el Concejo Municipal de Santo Domingo.

La concejala señala que el camino no fue fácil. Ella debió soportar críticas de los hombres tsáchilas. “Desde hace 20 años las mujeres empezamos a capacitarnos y a ver la vida diferente y eso nos dio una oportunidad fuera de las comunas”.

Isabel Aguavil, en cambio, obtuvo la dirección de la Delegación Provincial del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social. Ella señaló que ese cargo no fue un regalo, sino el fruto de su preparación. Se graduó de ingeniera comercial en la Pontificia Universidad Católica del Ecuador y trabajó por más de 10 años en el Banco Nacional de Fomento.

Melina Calazacón es guía turística en el Museo Etnográfico Tsáchila, en Chigüilpe. Ella se encarga de mostrar su cultura y a la vez de enseñarle a las niñas y jóvenes de la nacionalidad sobre las tradiciones de la danza tsáchila.

Según la Gobernación tsáchila, unas 60 mujeres están vinculadas al turismo en los 10 centros culturales que hay en las comunas.

El sociólogo Juan Velarde señaló que el rol de la mujer ha evolucionado por el entorno en el que se desenvuelven. Hasta hace 20 años no había proyectos turísticos y las comunas eran menos visitadas. “Esos emprendimientos cambiaron la dinámica y las mujeres vieron nuevas necesidades”.

Otro factor fue el acceso a la educación intercultural, que las motivó a obtener títulos universitarios.

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