El que una mujer no alcance el orgasmo durante una relación sexual importa para los hombres, según un estudio del Periódico de Investigación Sexual. Foto: Archivo EL COMERCIO
Hace poco en el Periódico de Investigación Sexual (The Journal of Sex Research) se publicó un estudio que encontró que los hombre sí lo toman como algo muy personal cuando las mujeres no alcanzan el orgasmo.
Por supuesto que este estudio no era necesario para llegar a esta conclusión, todo lo que los investigadores realmente necesitaban hacer era preguntar a cualquier mujer que haya estado en una situación en la que el orgasmo no se dio.
“Hablando como una mujer a la que no le es fácil llegar al orgasmo, pasé casi toda la década de mis 20 años simulándolo. No lo estaba haciendo porque estuviera negándome este placer, lo estaba simulando porque no quería entrar en una moratoria luego del acto sexual en la que discutiera qué funcionaba y que no cuando en realidad ni siquiera me conocía a mí misma. Mi cerebro estaba siempre ‘sobre la tabla’, amando cada segundo de lo que fuera que hiciéramos, pero parecía como si mi cuerpo requería más tiempo para acelerar la marcha. A veces, la prisa causada por las sensaciones físicas era tan intensa que necesité una pausa para poder analizar mis propios sentimientos. Por supuesto, una vez que las cosas fueron serias con una pareja, terminé por decirle la verdad: Los orgasmos no son siempre fáciles de alcanzar para mí. Ambos ignoramos cortésmente el hecho de que los orgasmos habían parecido extremadamente fáciles para mí durante nuestro último encuentro y continuamos experimentando diversas posiciones sexuales. Invariablemente esto me hizo sentir incluso más presionada para que ‘algo’ suceda y mi cerebro volaba desde el punto en cómo me estaba sintiendo hasta hacerme dudar si sería más fácil continuar simplemente engañándole a él. Empezaba a respirar más rápido y a emitir sonidos más altos, veía como su rostro se iluminaba, anticipándose a lo que vendía pero, a pesar de eso, yo sabía que necesitaba ser honesta, pero siempre terminé simulando ese orgasmo. No por él, sino por mí misma, porque pretenderlo era mucho más fácil que no saber lo que iba a suceder”, comenta Anna Davies, escritora y periodista estadounidense.
Añade que indagó con una educadora sexual, Emily Morse, cómo se siente ella respecto a la simulación de un orgasmo y por qué las mujeres pretenden salir airosas de esto, en especial en un mundo como el actual en donde la mujer debe sentirse absolutamente liberada en el campo sexual y no sentir culpa por esconder algo.
“La sexualidad femenina ha sido siempre un tema feminista en el sentido en que a las mujeres se les adoctrinó para que temieran su sexualidad y muchas de ellas aprendieron a negar su capacidad increíble de placer sexual”, fue la respuesta.
Anna acepta esto y dice que en su círculo de amigas no hay negación de la capacidad del placer sexual. “Sabemos lo que queremos pero todavía no conseguimos que se dé, es como si nuestros cuerpos nos estuvieran traicionando.
Explica que la falta de orgasmo es real que según una investigación un 40% de mujeres en edad universitaria han tenido un orgasmo durante un encuentro sexual en comparación con el 80% de los hombres.
Para Morse, parte del problema es la comunicación. “Siempre digo que comunicar es lubricar y que las mujeres no comunican lo que necesitan, incluso algo simple como separarse de la pareja por un tiempo, de manea que ¿cómo pueden los hombres saber qué hacer? Muchos piensan que todas las mujeres con quienes han dormido han experimentado orgasmos fabulosos, pero con seguridad una mitad de ellas lo habrán simulado. A veces deseamos dejar de lado el sexo y solamente acariciarnos y conectarnos, en otras palabras somos tan complicadas como lo es nuestra anatomía y nuestro orgasmo está conectado a cómo nos sentimos con nuestra pareja, con nuestro cuerpo y con nosotras mismas. Y, así como no es fácil decirle a un hombre que haga esto o aquello para sentirnos más unidos, tampoco es fácil admitir que todavía estamos intentando descubrir cómo mismo somos y cómo funcionan los alambres de nuestro organismo”.
Cuenta que antes trataba de descubrir que funciona y que no y que simular el orgasmos le dio tiempo para que se cuerpo se alineara con su cerebro y le permitiera sentirse bien luego de una relación al discutir con la pareja qué fue lo que salió mal. “Incluso hoy no regresaría en el tiempo para dejar de simularlo. Mi vida sexual quizás no fue un placer total como pudo haber sido, pero al menos fue auténtica”, señala.