Las mujeres tienen derecho a decidir cuándo practicarse una ligadura

Mujer embarazada

Mujer embarazada

En algunos centros de salud se pone barreras para que una mujer se realice una ligadura. Y no todos tienen un protocolo para guiar a las pacientes.

A Ximena Pabón, por ejemplo, le dijeron que era muy joven. Ocurrió hace cinco años.

Entonces, ella tenía 32 años y estaba convencida de que la maternidad no era parte de su proyecto de vida. La decisión -dice- no fue apresurada, pues lo había pensado años antes.

A Vicente Yuen, especialista en sexualidad y reproducción del Hospital Teodoro Maldonado de Guayaquil, no le sorprende el caso.

Reconoce que hay mucha desinformación entorno a la esterilización femenina y que eso influye para que las mujeres no puedan practicársela con libertad.

Él escuchó más de una vez a colegas argumentar que la temprana edad, el número de hijos (uno o dos) o la falta de la firma del esposo les impedía hacer el procedimiento.

Pero tanto en la Constitución como en la Ley Orgánica de la Salud se establece el derecho a decidir libremente sobre su salud y vida reproductiva, así como cuándo y cuántos hijos se desea tener.

Además, en el artículo 27 del Reglamento para Regular el Acceso y la Disponibilidad de Métodos Anticonceptivos en el Sistema Nacional de Salud, se prohíbe “requerir la presencia o autorización de la pareja, de una tercera persona, o de un familiar para la entrega de cualquier método anticonceptivo, incluso de los definitivos”.

Pabón cuenta que tuvo que amenazar a los médicos que se negaron a practicarle la ligadura con una denuncia. Eso hizo que consideraran su pedido, pero no antes de que asista a un cita con un psicólogo.

Él, añade la mujer, debía determinar si estaba en condiciones de salud para tomar esa decisión. Finalmente, el diagnóstico fue positivo y siguió con el procedimiento formal.

Las historias como las de Pabón se han vuelto habituales en el Frente Ecuatoriano por la Defensa de los Derechos Sexuales y Derechos Reproductivos (Fedsdr). Ahí también labora Yuen.

Dice que las decisiones de las mujeres no pueden ser juzgadas por los médicos y que el papel del especialista es darle la guía necesaria para que tome una decisión informada.

Sonia Gómez, ginecóloga y obstetra de la Clínica del Bosque en Quito, aclara que lo mejor es que sea una decisión de la pareja. Esto porque siempre existe la posibilidad de que luego de practicarse el procedimiento haya un arrepentimiento y se quiera tener hijos, lo que será más complicado.

La ligadura es un procedimiento que impide el paso del espermatozoide a la zona de las trompas de Falopio donde se produce la fecundación. Existen varias técnicas para cerrarle el paso, se puede amarrar las trompas o realizar un corte y cauterizar los bordes.

El procedimiento es cada vez más demandado en el país. Según la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición ECU2012, que se presentó la semana pasada, en 2004, el 24,2% de mujeres escogió ligarse. En cambio, para el 2012, el 32,3% de mujeres optó por ese método anticonceptivo.

Tanto Yuen como Gómez concuerdan en que si se trata de una mujer sana, no hay un criterio médico para negarle una ligadura. “No va a incidir en la ovulación, ni en la formación de miomas en el útero. Las mujeres continúan con su ciclo menstrual regularmente y no tienen desbalances hormonales”, indica Gómez.

Como toda cirugía se necesita tomar precauciones para prevenir infecciones posteriores en la paciente.

Para que una mujer se realice la ligadura debe primero pasar diversos exámenes para descartar, por ejemplo, problemas de coagulación.

Incluso las personas que tienen algún tipo de condición médica como cáncer o VIH/Sida son candidatos para el procedimiento, siempre y cuando se estén tratando y estén en condiciones (defensas, por ejemplo) adecuadas.

Pabón pasó por todo ese proceso y no hubo ningún inconveniente médico. Les dijo a los médicos que no había un impedimento legal y exigió que le practicaran la ligadura. “Hasta el día de la cirugía me dijeron que podían darme más tiempo para pensarlo bien, pero no entendían que era una decisión muy meditada”.

Cada vez hay menos hijos. La Encuesta Nacional de Salud y Nutrición ECU2012 también da cuenta de que hay una disminución en la cantidad de hijos de mujeres en edad fértil, en los últimos años.

En el período de 1975 a 1979, las mujeres en el país tenían un promedio de 5,4 hijos. En cambio, entre el 2007 y 2012 solo fueron tres hijos.

Cecilia Paredes, psicóloga, labora en el Centro Médico de Orientación y Planificación Familiar (Cemoplaf). Es uno de los espacios donde se da consejería a las parejas y se ayuda a las personas a tomar decisiones, con base a información especializada.

En el centro 21 de esta institución, que funciona en Quito, se realizan al mes alrededor de 65 ligaduras y 20 vasectomías, previas citas con especialistas de varias áreas.

Elsa Racines de Arellano, directora del Programa Adolescentes de Cemoplaf, destaca que en esas reuniones no se trata de obligar a los usuarios a usar un método. “La consejería no es imponer mi criterio, es dar la información adecuada para que las personas tomen sus propias decisiones de forma responsable”.

Para Paredes “las mujeres somos dueñas de nuestro cuerpo, podemos tomar nuestras propias decisiones de si queremos o no procrear hijos y también cuántos tener”.

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