En la exposición se incluyen fanzines dibujados por el artista Fabián Patinho. Foto: Galo Paguay / El Comercio
En abril de 1807, Micaela Albarracín, dueña de una pulpería, fue sentenciada a pena de muerte y despojo de todos sus bienes por cercenar cuatro pesos fuertes de plata, monedas que alquilaba a los danzantes del Corpus Christi quienes los colocaban en sus tocados.
En 1781, en la Villa de San Miguel de Ibarra, Gregorio León fue sentenciado a ocho años de cárcel por cercenar monedas que utilizó para fabricar un dije en forma de corazón que regaló a su esposa y otro que colocó en la cuna de su hijo.
La historia de Albarracín y de León, que forman parte de los casos judiciales que reposan en el Archivo Nacional del Ecuador, son parte, a través de historietas, de ‘Por la plata…Transiciones y Sentidos Sociales del Dinero 1770- 1927’, la muestra que se exhibe en el Museo Numismático del Banco Central del Ecuador.
La exposición, curada por la historiadora María Elena Bedoya, propone una serie de reflexiones sobre las formas en las que los ecuatorianos se han relacionado con el dinero desde finales de la época colonial hasta la creación del Banco Central del Ecuador, en 1927.
Para activar estas reflexiones, Bedoya, y su equipo de trabajo, decidió apostar por las microhistorias, el humor, el fanzine y un diálogo con el arte contemporáneo.
El recorrido por la muestra comienza en el segundo piso del museo. En la primera sala, el visitante es recibido por una caricatura de Juan Agustín Guerrero titulada ‘Por la plata baila el perro. I son de todos los colores’, realizada a mediados del siglo XIX, donde se representa el abuso del poder, la corrupción, el ansia desmedida por el dinero y la acumulación.
En las primeras vitrinas están los fanzines de la historia de los juicios de Albarracín y León (dibujados por el artista Fabián Patinho) y varias monedas cercenadas que son parte de la colección del museo.
Otra de las relaciones que se explora en esta muestra es la del dinero y el trabajo, a través de la exhibición de una serie de monedas que fueron usadas, a inicios del siglo XX, sobre todo, en haciendas cacaoteras de la Costa, como forma de pago ilegal a los jornaleros. Entre las monedas acuñadas hay unas en las que se lee cinco días de trabajo o hacienda Guayabo.
Entre la muestra se exhibe piezas de la época como un vestido elaborado con trajes importados. Foto: Galo Paguay / EL COMERCIO
Para mostrar que las transacciones monetarias también han estado vinculadas al control de los cuerpos se incluye una imagen en la que aparece un jornalero, con el aviso “se vende un negro, de edad como de 25 años, sin vicios, mui robusto y alto de cuerpo”.
En la exposición también se aborda la relación entre el dinero y el consumo y la relación con el dinero en momentos de crisis. Bedoya explica que los consumos suntuarios en el país comenzaron en el siglo XIX.“Había un consumo muy marcado por las élites”, dice.
Para mostrar estas relaciones, decidieron ficcionar algunas piezas de la época, entre ellas un vestido elaborado con trajes importados; y exhibir billetes de la banca privada que se emitían sin respaldo.
Las conexiones entre esta muestra y el arte contemporáneo se generan a través del trabajo de los artistas ecuatorianos Pamela Cevallos, Oswaldo Terreros, José Luis Macas, Josselyn Herrera y Karen Necpas.
Macas, por ejemplo, exhibe el proyecto ‘Hecha la ley, hecha la trampa’, donde utiliza dólares falsos y auténticos para indagar dentro de la construcción social y cultural el valor que se le entrega al dinero.