La muerte de la jaguar D'yaira es comunicada oficialmente dos años después del fallecimiento

Los huesos de D’yaira ahora reposan en el Museo de Zoología de la Universidad San Francisco de Quito. El caso de esta jaguar es uno de los más emblemáticos en el país, ya que tras haber quedado parapléjica por un ataque con 18 perdigones, pudo ser operada, rehabilitada y liberada en el Parque Nacional Yasuní donde se esperaba que pudiera pasar el resto de su vida en libertad.
Según los informes técnicos, el cadáver de D’yaira fue encontrado el 28 de mayo de 2018, es decir, siete días después de que fue reintroducida en la naturaleza. Aunque ya han pasado dos años, la noticia sobre su fallecimiento se empezó a difundir el jueves 9 de julio de 2020. A pesar de que esta fue expuesta en un documental que se realizó sobre su caso, no se había informado oficialmente sobre su deceso hasta este momento.
Diego Cisneros-Heredia, director General del Hospital de Fauna Silvestre Tueri de la USFQ, explica que en su momento se comunicó al Ministerio del Ambiente sobre la muerte del animal, se hizo el video que se presentó en dos festivales y pronto saldrá un artículo científico en una revista internacional que trata sobre las causas de la muerte de esta jaguar.
Según el informe entregado a las autoridades en 2018, D’yaira murió por una intoxicación aguda por plomo, relacionada a los perdigones que se quedaron incrustados en su cuerpo. Cisneros-Heredia explica que este fue un impacto para todos los investigadores que conocían sobre el caso, ya que fue un proceso que implicó más de un año de esfuerzos y cuidados.
D’yaira llegó a Tueri en 2017, tras ser víctima de la cacería ilegal. Tenía 18 perdigones en su cuerpo que la dejaron cuadrapléjica. En ese momento, el director de este hospital era el veterinario Andrés Ortega, actual director de Medicina Veterinaria de la Universidad UTE, que fue quien supervisó el proceso de rehabilitación y estuvo monitoreándola hasta meses antes de su liberación, cuando se apartó del caso.
Durante su estadía en el hospital se recurrió incluso a neurólogos de humanos para que la jaguar pueda recuperar su movilidad. El animal pasó un mes en este centro, donde se recuperó, y después fue trasladada al parque Nueva Loja, en Sucumbíos, para prepararla para su liberación.
David Romo, director de la Estación Tiputini de la USFQ, explica que la meta desde el primer día fue liberarla y que nunca antes se había llevado a cabo un proceso con tantos cuidados como este. Como parte de los protocolos, la jaguar ingresó a una jaula de 120 m2 y no tenía interacciones con los veterinarios ni con otros humanos para evitar que sienta apego hacia las personas.
Durante este tiempo, constantemente se le realizaban mediciones de plomo en su sangre para evitar intoxicaciones debido a los perdigones que no pudieron ser retirados de su cuerpo. Cisneros-Heredia dice que muchas veces estos se colocan en zonas que, si se intenta sacarlos, pueden poner en riesgo la vida del animal.
El informe muestra que 11 meses después de su captura, se hizo una evaluación clínica de la jaguar que evidenciaba que no tenía plomo en sus sangre. Al cumplir 17 meses bajo observación, se le realizaron nuevamente estudios que dieron el mismo resultado y evidenciaban que estaba apta para retomar su libertad. En ese momento también se le colocó un collar satelital.
Un mes más tarde, la jaguar fue trasladada al parque para su liberación. Santiago Molina, investigador asociado del laboratorio de Ecología y Conservación de Carnívoros de la USFQ y de la Fundación Zoológica del Ecuador, recuerda que fue un trayecto largo y que pudo generar estrés en el animal. Al momento de liberarla, dice, había mucha emoción entre los participantes y tenían fe de que iba ser un proceso exitoso.
Los días siguientes empezaron a tener señal de GPS, pero la información estaba llegando con retraso. En los primeros días, cuenta, ingresaron al bosque para verificar físicamente al jaguar y confirmaron que se encontraba en la zona.
Diego Mosquera, coordinador de Investigación de la Estación Tiputini de la USFQ, continuó con el monitoreo del animal. Durante los tres primeros días se estaba moviendo normalmente, pero al quinto día se detectó que no se movía. Mosquera dice que fue a buscarla y al ver a un grupo de gallinazos en el punto se dio cuenta de que ya habían empezado a comerse el cuerpo de D'yaira.
Mosquera cuenta que el cadáver no mostraba señales de agresiones, por lo que descartaron el ataque de otros jaguares o animales. Se rescató el cuerpo que ya estaba en proceso de descomposición para los análisis morfológicos.
Para llegar a la conclusión de que su muerte fue por intoxicación aguda por plomo, analizaron las muestras de sangre que obtuvieron de D'yaira minutos antes de su liberación. Esas aún no habían sido procesadas.
Los resultados demostraron que existía plomo en la sangre, por lo que se cree que este fue liberado en su organismo a causa del estrés que sintió durante el proceso de volver a su hábitat o por un movimiento.
Cisneros-Heredia cuenta que en el informe se evidencia que en los huesos no se encontró plomo. Esto quiere decir que la liberación de la sustancia en el organismo fue rápida. Además, recuerda que los resultados del examen realizado un mes antes tampoco evidenciaron la presencia de plomo en la sangre.
“Me daría muchísima pena que por tergiversaciones y malas intenciones pongamos en tela de duda la calidad del trabajo hecho porque al final del día lo más importante es que tenemos que volver intentar hacer esto no una, sino varias veces”, dice Romo.
Con base en esta experiencia se ha podido obtener más información sobre los comportamientos de estos felinos. Ahora los investigadores piden al Ministerio del Ambiente y Agua que coordine las acciones necesarias para que se prohíba la importación de perdigones de plomo, por el daño que causan a la fauna silvestre.
La muerte de D'yaira también ha levantado dudas en otros profesionales de que su fallecimiento pudiera estar relacionado al ataque de otros jaguares o a afectaciones por el clima, las cuales fueron negadas por los investigadores participantes.
Ortega explica que él es una de las personas que no comparte con la conclusión indicada en el informe y que no se enteró de esta hasta tiempo después de entregados los resultados. Para que ocurra una intoxicación por plomo se deben liberar grandes cantidades de esta sustancia en el organismo, dice.
Las actuales autoridades del MAE dicen desconocer las causas por las que en ese entonces esta entidad no difundió la noticia sobre la muerte del jaguar ni los porqués.