Comuneros atrapan camarones en un arroyo que por esta época rompe con la sequía del bosque seco. Foto: Mario Faustos/ EL COMERCIO.
En la zona, el bosque seco está en transición hacia el matorral desértico. Pero al final de la temporada de lluvias en la Costa, un arroyo zigzaguea la llanura, rompe con extensos playones de arena y forma un islote, allí donde las plantas y los cactus han retomado parte de su verdor.
El paisaje está ubicado en cercanías al cerro El Muerto, al otro lado de la carretera donde los picos de la formación rocosa asemejan el perfil de un hombre acostado con los brazos en el pecho. El paraje está ubicado en El Morro, parroquia rural de Guayaquil.
El cerro y la cabecera parroquial se encuentran equidistantes entre el Pacifico y un canal o estero al norte del Golfo de Guayaquil, con 10 030 hectáreas del refugio de vida silvestre Manglares El Morro.
La comuna entre el bosque seco y el manglar busca que también se declare reserva natural los alrededores del turístico cerro El Muerto, que cuenta con una gruta donde se ubica el santuario de la Virgen de la Roca, al que se llega subiendo una escalinata. Los altos ofrecen una vista de la región.
Los oferta turística de Puerto El Morro incluye avistamiento de aves, delfines y pesca deportiva. Foto: Mario Faustos/ EL COMERCIO.
“Estamos en la última etapa en busca de que el Ministerio del Ambiente declare área de conservación al cerro El Muerto y sus alrededores, con remanentes de bosque seco, porque hemos tenido inconvenientes con personas que han querido explotar el material pétreo del cerro”, indicó Jaime Aragonez, hasta esta semana presidente del Gobierno Autónomo Descentralizado parroquial.
Una garza espátula rosada entre el manglar. Foto: Mario Faustos/ EL COMERCIO.
La expansión de las empresas camaroneras es otra de las amenazas. En el refugio de vida silvestre manglares El Morro la declaratoria como área protegida del año 2007 demostró ser un instrumento para el control del crecimiento indiscriminado de las empresas. La declaratoria fue un instrumento de protección para una población de delfines que habitan en el canal del estero El Morro.
La nueva carretera del Puerto de Aguas Profundas de Posorja bordea ahora el cerro de El Muerto, pero para ingresar a la formación rocosa se debe acceder aún, desde el poblado, por una vía destapada. El acceso atraviesa la nueva carretera por un paso deprimido. El Gobierno Parroquial ha reclamado a la Prefectura por el arreglo de la vía así como el asfaltado de la carretera de acceso a la propia cabecera cantonal.
Un pescador de Puerto El Morro navega a un lado de los manglares. Foto: Mario Faustos/ EL COMERCIO.
Aún está por verse el impacto ambiental del tránsito de grandes embarcaciones del Puerto de Posorja sobre el área protegida. El Puerto comenzará a operar en agosto próximo.
El dragado del canal de acceso al Puerto concluyó en marzo. “Hubo cierto impacto, porque de todos modos el dragado levanta material en el fondo y produce ruido, pero hasta ahora se siguen avistando delfines en toda la zona, y sobre todo en áreas más internas del Golfo, hacia Guayaquil”, dice Pedro Morales, de la promotora turística comunitaria Fragata y Delfines.
La erosión juega con las formas de las puntas rocosas del cerro El Muerto, en el Morro. Foto: Mario Faustos/ EL COMERCIO.
El guía naturalista nativo atesora una copa ceremonial de cerámica prehispánica excavada en la zona en una mina de yeso. “Tengo también una máscara precolombina con los rasgos nuestros, la mayoría tenemos el mismo perfil con la nariz aguileña”, apuntó.
“La comunidad está comprometida con la protección del ecosistema, cada dos semanas hacemos minga de limpieza en la comunidad y en el estero”, sostiene Juan Carlos Lindao, guía nativo que ofrece dos opciones de tours en lancha con la operadora Puerto El Morro Tours.