El montuvio deja su huella en el patrimonio

Personajes del pasado manabita se exhiben en museos de Portoviejo. Foto: Cortesía Instituto Nacional de Patrimonio Cultural

Personajes del pasado manabita se exhiben en museos de Portoviejo. Foto: Cortesía Instituto Nacional de Patrimonio Cultural

Personajes del pasado manabita se exhiben en museos de Portoviejo. Foto: Cortesía Instituto Nacional de Patrimonio Cultural

En las comunidades Pepa de Huso, La Sequita y Picoazá los hallazgos ancestrales que dieron las primeras pistas sobre la cultura manabita continúan.

En las construcciones o excavaciones que se realizan en esas zonas se han encontrado piezas arqueológicas de la cultura Manteña. Eso despertó el interés de sus pobladores para seguir con la conservación de esas reliquias. Como una muestra de ello, hace un mes se conformó un Comité para la Conservación de Bienes Ancestrales de esos tres sitios.

El objetivo es que las piezas, como vasijas y elementos en forma de restos humanos no se queden en el Comité, sino que sean conservados temporalmente hasta que se tenga el contacto con las autoridades.

Así aclara Milton Mendoza, quien está al frente de esta delegación y que ha llevado adelante unas 10 gestiones para que las piezas arqueológicas sean trasladadas a sitios seguros. En atención a este interés, incluso el Instituto Nacional de Patrimonio Cultural (INPC) decidió emprender una campaña para que 110 personas conozcan más de cerca el sentido de la conservación de estos bienes patrimoniales.

Empezó con una capacitación a los maestros de las escuelas de las tres comunidades que aprendieron cómo los arqueólogos trabajan para dar un tratamiento adecuado a los vestigios. Manuel Cedeño, maestro de la Unidad Educativa Picoazá, comprendió la importancia de en lo posible no manipular la pieza, una vez que es encontrada en las excavaciones. La idea es que no pase por muchas manos y se espere la llegada de los expertos del INPC para ser extraída con equipos adecuados.

Los niños de los planteles educativos Picoazá, Sefora, Eloy Alfaro y Jorge Jeremy Cantos también están conscientes de estos cuidados.

Ellos, en cambio, lo aprendieron mediante una técnica lúdica que emprendieron la semana pasada en el Museo Hojas de Jaboncillo, de la capital manabita. Andrés Cedeño, alumno del quinto de Básica de la Escuela Picoazá, tomó nota en una tableta sobre cómo debe arar la tierra en caso de encontrarse con una pieza arqueológica. Si no cuenta con un elemento adecuado, lo recomendable es que emplee un madero fino y retire la tierra con el mayor cuidado posible.

Además, aprendió que en estos casos es mejor alertar a sus padres. Milton Mendoza, representante del Comité para la Conservación de Bienes Ancestrales, informó que lo más común es encontrar vasijas de barro conocidas como elipsoidales y cuencos cónicos.

Según el libro ‘Tras las Huellas de la Ciudad de los Cerros’, del Centro Cívico Ciudad Alfaro, la vasija de barro corresponde a una parte de la historia prehispánica que pobló Por­toviejo) después del año 1000 de nuestra era.

Ahí se han desarrollado investigaciones como la ejecutada entre el 2010 y 2015, que dieron origen al proyecto Hojas-Jaboncillo, a cargo de arqueólogos, antropólogos e historiadores. En el museo que forma parte de este plan, de hecho, se conservan todas las piezas que los comuneros encuentran en sus propiedades.

Precisamente, en este lugar se construyó uno de los arqueódromos más grandes de la provincia con ocho metros cuadrados.

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