Los jóvenes diseñadores ecuatorianos se destacaron por ofrecer prendas inspiradas en el país, sin dejar de ser propuestas contemporáneas. Foto: Armando Prado / EL COMERCIO
La duodécima edición del Designer Book, y la segunda realizada en Quito, encargó a Miguel Moyano el cierre del evento. El diseñador ecuatoriano radicado en Colombia presentó la colección Cimientos, que fue creada a partir del terremoto que golpeó al Ecuador el 16 de abril de 2016.
El desfile del ambateño se caracterizó por lo teatral: varias de las modelos vistieron mallas que cubrían todo su cuerpo y sus rostros a manera de máscaras. Además, ellas encarnaron los personajes que sugerían sus atuendos, como el diabluma.
La pasarela fue desde los conjuntos más distópicos (creados a partir de sastrería con cortes tridimensionales, que dieron como resultado siluetas voluminosas e imponentes), hasta lo andino. Se rindió homenaje, en una muestra nostálgica, a la infancia en la Sierra, las celebraciones folclóricas y la calidez de los tejidos. En esta parte las siluetas no dejaron de ser voluminosas, pero los colores pasteles y los cortes inspirados en la moda infantil fueron destacados.
La lana y alpaca tejidas en vestidos que hacen referencia al ganado vacuno y a personajes de la tradición andina convirtieron a la exhibición de Moyano en una propuesta muy juguetona y tierna a la vez.
Esta edición del Designer Book, que se realizó en la Capilla del Hombre la noche del jueves 8 de septiembre de 2016, fue particular pues fue la generación de diseñadores jóvenes ecuatorianos quienes presentaron ideas frescas que cautivaron el ojo del público.
La quiteña Stephanie Rodas también mostró creaciones que se alimentaron del arte folklórico latinoamericano. La línea se llama Anaku y se inspiró en los tejidos andinos. La paleta de la ropa tradicional andina estuvo presente en tonos crudos y colores neutros. Borlas extragrandes destacaron sobre los atuendos por sus tonos vivos.
Ponchos, sacos ‘oversized’ y flecos fueron parte de la propuesta siempre moderna de Rodas, que se basa en la limpieza del corte sastre. Aunque la inspiración es claramente barroca, lo elegante y minimalista caracterizaron esta pasarela.
Otra diseñadora que debutó hace un par de temporadas en las pasarelas ecuatorianas es Cecilia Hernández, con su marca Talitha Ind. La guayaquileña está radicada en Argentina, pero ya se ha convertido en una invitada clave en las plataformas locales.
El nombre de la marca es un homenaje a su abuela, Italia Scaldaferri, artesana en corte y confección. Fue la encargada en representar a la diseñadora que no vino en esta ocasión.
Hernández vistió a las modelos del Designer Book con su colección para la primavera-verano del 2017, llamada Crusta Colibreh, inspirada en una mezcla de crustáceo/agua y colibrí/aire. En esta serie especial para Ecuador se rescatan las transparencias a través de los calados en guipure y chifón y vestidos en faldas con volumen en blanco, como burbujas flotantes.
El evento se abrió con la pasarela de Megamaxi, donde diseñadores ecuatorianos como Adriana Cobo, Vanessa Graf y Rossana Queirolo mostraron sus líneas comerciales.
Por la pasarela de la Capilla del Hombre también desfilaron los diseños de Valeria Bazante, quien elaboró una colección de zapatos y accesorios llamada Simbiosis. Anabel López, por su lado, creó 12 ‘outfits’ que representan doce distintas personalidades. Y el cuencano Gustavo Moscoso puso en escena a coquetos maniquíes masculinos, que vistieron americanas, pantalones pitillos y carteras tipo sobre, maletines y bolsos.