Minkay fusiona sonidos ancestrales y modernos

David West (izq.) y Cristóbal Pichasaca (der.) se asociaron para crear la productora Minkay. Foto: Xavier Caivinagua/EL COMERCIO

Con una guitarra David West musicaliza los sonidos que graba de la naturaleza como la lluvia, el viento, las olas... y los fusiona con instrumentos como flautas, quenas y marimbas. El resultado es una pieza musical de identidad nacional.
Desde hace cuatro años esa combinación es el trabajo que realiza la productora artística Minkay, ubicada en el cantón Cañar. Su objetivo es transformar la música aplicando técnicas ancestrales, cuenta West, un artista quiteño que investiga las raíces de los ritmos musicales desde hace más de 20 años.
Al trabajo que hacen le llaman ‘Pachakutik’, que es “el encuentro del pasado con el futuro, en el ahora”. El pasado está en el conocimiento ancestral y el futuro en la tecnología, señala West.
Minkay, que en kichwa significa minga, es entendida como el apoyo mutuo y con esa filosofía se fundó la productora. Su objetivo es fortalecer el arte en el país y compartir los conocimientos ancestrales.
Por eso han creado una red de contactos con músicos y organizaciones que trabajan en investigación musical, pero no solo ancestral. Ellos trabajan con ritmos de las diferentes nacionalidades, con géneros más actuales, incluso con influencias extranjeras.
Han laborado con una productora de Quito, una de Canadá y con el charanguista peruano Jhonattan Simon, conocido como PUKA.
Cuando Minkay no tiene todas las herramientas que requiere una producción o necesita profundizar en una técnica aplica la minga, dice su director Cristóbal Pichasaca. Así grabó el cantante guayaquileño John Peter. Él trabajó una parte del material en Cañar y la masterización y los arreglos se realizarán en Canadá.
La investigación es la base de su trabajo. Esa es la forma de llegar al origen del sonido y conseguir lo que busca el artista, dice Pichasaca. “La diferencia es que nosotros fusionamos los ritmos ancestrales con la forma actual de hacer música, así podemos compartir el conocimiento que nos dejaron los taitas y las mamas”.
Su estudio de producción es como un laboratorio de ensayo, en el que los artistas experimentan con los sonidos hasta que la pieza musical alcance la identidad requerida. No es raro que la base de una canción sea la percusión lograda con las cucharas de la cocina.
Según West, es fácil captar esos sonidos porque la productora está en una casa de adobe, que está rodeada de naturaleza. Basta sacar la grabadora para capturar los sonidos de la lluvia, los árboles, las voces…
Juntarlos y convertirlos en una pieza musical es otro proceso que se requiere de horas para experimentar hasta conseguir una melodía de calidad.
Los integrantes de la productora Minkay también viajan a las comunidades para captar sonidos. Así grabaron canciones con grupos étnicos como los tsáchilas o saraguros.
Las herramientas tecnológicas son parte importante de este trabajo. Los sonidos son almacenados y con la ayuda de un sampler, que es un instrumento musical electrónico, West los reproduce con su guitarra de acuerdo con la escala musical. Así, por ejemplo, la lluvia suena en tono bajo, medio o alto.
Con dispositivos tecnológicos, las guitarras, charangos, rondadores, flautas, marimbas, suenan diferente. Las piezas musicales son una fusión de ritmos andinos, afroecuatorianos, amazónicos y algunos se mezclan con el jazz, blues, rap o el hip hop.
Imbabura Guitars, Akayni, Amaru Yawar, Ñawpay, Wayra Runa, Suatik son algunos grupos que grabaron en esta productora en los últimos meses. El proceso puede demorar horas o días y puede tardar más cuando se debe buscar otros sonidos que quiere el artista.
Esas producciones le abrieron la puerta a Minkay en el ámbito musical nacional. La filosofía de la minga con la que trabajan les permitió ser la sede de la cuarta edición de los premios Mushuk Nina, un festival que se realizó en marzo pasado y que reconoce a los diferentes promotores artísticos del país que rescaten las tradiciones ancestrales.