¿Es pronto para relajarse con las medidas de contención de la pandemia?

En Asia del Este se acostumbró a usar mascarilla desde mucho antes de la pandemia del covid-19.  Foto Pixabay

En Asia del Este se acostumbró a usar mascarilla desde mucho antes de la pandemia del covid-19. Foto Pixabay

Imagen referencial. Las medidas de distanciamiento y el uso de tapabocas deben continuar aún cuando se haya vacunado a la población. Foto Pixabay

Cada día oímos que las vacunas están disminuyendo los casos, las hospitalizaciones y la mortalidad por covid-19. El Gobierno de España nos asegura que antes del verano tendremos al 70% de los españoles vacunados. En unos días desaparecerá el estado de alarma. Podemos pensar que esta pesadilla se acaba, que este verano nos pondremos toda la cara morena, sin la palidez de la mascarilla. Salir de fiesta y viajar sin restricciones. Pero ¿podemos ser tan optimistas?

La vacuna va a ser una herramienta de contención del virus y por tanto de la pandemia, pero asociado a las medidas de distanciamiento físico o social.

¿Qué hace falta para cortar la transmisión del virus?

Para que los virus se transmitan se necesitan varias cosas, y cada una de ellas facilita, o dificulta, su transmisión. Lo primero es la habilidad del virus para transmitirse de persona a persona. Hay virus, como el del sarampión, que se transmite con una facilidad pasmosa. Otros virus no son tan hábiles en la transmisión y por tanto infectan menos.

Otro factor muy importante es el contacto entre la persona infectada y los demás. A mayor contacto más fácil es que el virus se trasmita a otros. Un ermitaño, por ejemplo, es muy difícil que se infecte por virus de trasmisión respiratoria, ya que no tiene contacto con personas infectadas.

El tercer punto importante es la capacidad de los contactos de infectarse. Así, un adulto no se contagia del sarampión aunque se ponga en contacto con un niño infectado porque en su día ya pasó la enfermedad o fue vacunado.

Todo esto es lo que mide el R0 efectivo –sobre el que habremos leído u oído en las noticias–. Este número indica el número de infecciones que provocará un sujeto infectado. Es, además, un número cambiante dependiendo de las interacciones sociales y el estado inmunológico de la población.

Imagínese que usted es un supercontagiador, es decir, que tiene una gran capacidad de contagiar a los de su alrededor. Contagiará menos si está en la playa de la Malvarrosa que en una discoteca, si lleva mascarilla que si no la lleva, o si trabaja en un despacho o en una oficina abierta. También dependerá de que la persona con la que tiene contacto se pueda contagiar. Si ha pasado ya la enfermedad, es muy difícil que se infecte de nuevo, por lo que su capacidad de contagio disminuirá.

Las vacunas han mostrado una efectividad superior al 80% para evitar los casos de covid-19 graves y la mortalidad. Pero también evitan la infección. Los vacunados tienen menos probabilidad de infectarse y por tanto de transmitir la infección, pero medir en cuánto lo hace es difícil. Lo que está claro es que cuanta más población se vacune, el virus tendrá más dificultades para transmitirse.

El tercer punto importante es la capacidad de los contactos de infectarse. Así, un adulto no se contagia del sarampión aunque se ponga en contacto con un niño infectado porque en su día ya pasó la enfermedad o fue vacunado.

Todo esto es lo que mide el R0 efectivo –sobre el que habremos leído u oído en las noticias–. Este número indica el número de infecciones que provocará un sujeto infectado. Es, además, un número cambiante dependiendo de las interacciones sociales y el estado inmunológico de la población.

Imagínese que usted es un supercontagiador, es decir, que tiene una gran capacidad de contagiar a los de su alrededor. Contagiará menos si está en la playa de la Malvarrosa que en una discoteca, si lleva mascarilla que si no la lleva, o si trabaja en un despacho o en una oficina abierta. También dependerá de que la persona con la que tiene contacto se pueda contagiar. Si ha pasado ya la enfermedad, es muy difícil que se infecte de nuevo, por lo que su capacidad de contagio disminuirá.

Las vacunas han mostrado una efectividad superior al 80% para evitar los casos de covid-19 graves y la mortalidad. Pero también evitan la infección. Los vacunados tienen menos probabilidad de infectarse y por tanto de transmitir la infección, pero medir en cuánto lo hace es difícil. Lo que está claro es que cuanta más población se vacune, el virus tendrá más dificultades para transmitirse.

*Este artículo fue publicado en The Conversation y reproducido aquí bajo la licencia Creative Commons. Haz clic aquí para leer la versión original en inglés.

*Javier Díez es Jefe del Área de Investigación en Vacunas, Fisabio.

Suplementos digitales