Durante el chequeo neurológico se mide la capacidad de reacción al tocar las patas del animal. Foto: Julio Estrella/EL COMERCIO
Las enfermedades que se originan o afectan al cerebro de los animales pueden ser tratadas gracias a los neurólogos para mascotas. Aunque esta es una especialización que, a nivel local, ha sido menos difundida que en otros países de la región, en los últimos siete años ha empezado a tomar fuerza.
Así lo considera José Luis Faican, director médico de la Clínica Veterinaria Sinaí y encargado del área de Neurología. Para el especialista, enfermedades que en el pasado se consideraban una razón para la eutanasia ahora pueden ser tratadas, e incluso curadas.
Las crisis convulsivas y las hernias discales son las principales razones por las que los pacientes acuden al neurólogo y representan el 80% de las mascotas que Faican atiende.
Estos padecimientos se encuentran dentro de los dos primeros tipos de enfermedades neurológicas que son las lesiones a nivel de su cabeza, relacionadas con el encéfalo, y las que afectan a la médula espinal.
Sin embargo, existe un tercer tipo, explica Esteban Mier, neurólogo de perros y gatos de la clínica veterinaria Dogtors Cat. Aunque son menos frecuentes, las enfermedades del sistema nervioso periférico se dan por una falla en la unión de los nervios y los músculos, y pueden ocasionar parálisis. Si son tratadas a tiempo, desaparecerán en pocos meses.
Es por eso que los especialistas insisten en estar atentos a los síntomas. El decaimiento, movimientos involuntarios y falta de coordinación son algunas de las señales más comunes.
Pepe es un salchicha de 10 años. Sus dueños empezaron a notar que algo andaba mal cuando dejó de saltar a la cama como antes lo hacía. Aunque pensaron que se trataba de un problema en su comportamiento, decidieron llevarlo al veterinario y comprobaron que sufría de una hernia discal.
Faican describe que este es uno de los síntomas más comunes en perros que tienen un problema en su columna. Los dueños los motivan a hacer ejercicios, pero esto solo empeora la situación.
En los gatos, la mayoría de casos se dan por enfermedades infecciosas como la leucemia y el VIH felino que se transmiten por rasguños, sostiene Mier. Los microorganismos llegan al cerebro y producen inflamaciones que desencadenan en convulsiones.
Una vez que el animal llega al neurólogo, se examina que sus sentidos respondan a los estímulos. Si perciben que existe un daño cerebral, se realiza tomografías o electroencefalogramas, dependiendo del caso.