Amelia Santacruz tenía un año cuando le diagnosticaron poliomielitis (enfermedad que afecta al sistema nervioso central y es ocasionada por un virus).
Hoy, a sus 45 años, se moviliza en una silla de ruedas por las secuelas de su enfermedad. Sin embargo, ese mal no le impidió formar una familia: está casada y tiene una hija de 14 años.
Tampoco ha sido un obstáculo para lograr una tecnología en laboratorio clínico. Además, desde hace 15 años elabora arreglos florales, tiene su propio local en Sangolquí. Ayer, Santacruz asistió a la XIII Feria de Empleo Incluyente, una oportunidad para todos. El acto, organizado por el Municipio de Quito, fue en el Centro de Exposiciones Quito.
Pero la mujer no acudió para pedir un puesto de trabajo, sino para ofertar sus servicios. “Quiero que las empresas me ayuden a hacer crecer mi negocio”. La floristería es especialista en diseños y arreglos florales.Entre las ofertas de empleo de los 30 stands de empresas públicas y privadas que participaron en la feria, no estuvo esta área. “Me ofrecen trabajo para perchas, no se piensa en alternativas para quienes ya tenemos un local propio. Pero no importa. Yo seguiré luchando. A mí me falta piernas pero no capacidad”, decía la mujer mientras llenaba una hoja de registro, que les entregaron a todos los asistentes.
En el stand de Bel Corp., los esposos no videntes Vinicio Estrada y Marián Morán consultaron sobre las oportunidades laborales, en esa empresa de cosméticos. Al igual que el resto de personas, escribieron sus datos y dejaron su hoja de vida.
La pareja se moviliza con bastones y los guió su sobrino Damián Argothy, de 17 años.
Ellos se conocieron en la Escuela para Ciegos Santa Mariana de Jesús, se casaron y tienen tres hijos de 32, 30 y 16 años. Ellos no sufren discapacidad visual ni de otro tipo.
Estrada acompañó a su esposa, quien busca empleo desde hace un año. Durante 13 años trabajó en una fábrica de ropa militar, en el área de control de calidad. Por la experiencia que adquirió ahora aspira a un empleo en empaquetado, doblado o encajando de productos.
Cada año la feria recibe a miles de personas con discapacidad. Para esta edición se calculó la asistencia de unas 3 000 personas. Según Eduardo Dousdebés, secretario de Desarrollo Productivo y Económico del Distrito Metropolitano, en cada feria se logra emplear por lo menos a 300 personas. “La feria es el vínculo entre la oferta y demanda de trabajo para las personas con capacidades especiales. Promover el contacto, que la gente conozca cuáles son las oportunidades reales en el mercado”.
Paralelamente en el Auditorio Los Caras se desarrollaron conferencias. Uno de los temas centrales fue cómo las personas con discapacidad desarrollan otras capacidades, que pueden beneficiar a las empresas.
Una de las limitantes que encontró María Belén Calero, de 24 años, es que no hubo oferta para su carrera. Ella cursa el quinto semestre de diseño gráfico y ninguna empresa tenía un puesto disponible en esta área.
A la joven de baja estatura y cabello oscuro le ofrecieron plazas para el departamento de archivo de las empresas, pese a que su carrera tiene que ver con otra área. Ella prefiere esperar a que haya un puesto en su carrera, a pesar de que tiene experiencia en el archivo del OCP. “No me rendiré, sé que mi profesión está saturada, pero seré persistente”, afirmó esta joven, quien por discapacidad física utiliza muletas bastón para caminar.
Fernando Espinoza, de 46 años, coincidió con Calero, respecto a que no hay oportunidades en áreas especializadas. Este comunicador social conoce de Relaciones Públicas. Hace cuatro meses, por un problema médico, perdió el brazo derecho.
Espinoza dice que su nueva condición le ha dificultado conseguir empleo. “Hay plazas para puestos menores como limpieza, mensajería, secretariado, etc. Además los sueldos son bajos”, señaló. Espinoza tiene 30 años de experiencia laboral en la comunicación social.
Otros como Carlos Andrés Escobar, de 19 años, asistieron con entusiasmo por ser una oportunidad para hacerse conocer. Este joven se graduó el año pasado de bachiller en ciencias sociales. “Es muy sociable”, dijo su madre Magdalena Castro. Además tiene conocimientos de computación y es disc jockey profesional. Se graduó en el Roma DJ Academy. La dificultad que observan en algunas empresas es la falta de accesibilidad en sus espacios.