La televisión digital ha crecido en audiencia gracias a que sus programas se apropiaron de las técnicas cinematográficas. ‘Avengers: Infinity War’ es el punto culminante del proceso inverso.
Llevamos un buen tiempo, al menos desde el 2013, cuando se estrenó ‘House of Cards’, presenciando el triunfo de las nuevas series de televisión digital, convertidas en la principal amenaza para el cine por dos razones: el triunfo del modelo de consumo a la carta y la apropiación del estilo cinematográfico por parte de los seriales. La nueva televisión se convirtió en cine por capítulos.
Las series, que antes eran de bajo presupuesto y rara vez con actores de la gran pantalla (Rock Hudson, el galán del cine estadounidense de los 60, fue una rara avis al protagonizar el programa setentero ‘McMillan y esposa’), comenzaron a contratar masivamente a actores y actrices consagrados del cine, como Kevin Spacey, Sean Bean, Jessica Lange, James Franco o Winona Ryder.
Los productores invirtieron los recursos necesarios para contratar los mejores efectos especiales posibles, un rubro para que ‘The Flash’, por ejemplo, pudiera diferenciarse con creces de la vieja serie de los 80, que vista ahora parece elaborada con cartulina, goma y tijeras. Por fin, gracias a la tecnología, Supergirl puede volar ‘de verdad’ y Daenerys Targaryen pude montar un dragón volador botafuego.
También se procura filmar en locaciones fuera de Estados Unidos, a veces exóticas, para sacar provecho de las pantallas de televisión en HD. ‘Juego de Tronos’, una especie de versión violenta de ‘El Señor de los Anillos’, se ha grabado en Escocia, Marruecos, Malta, Croacia, Islandia y España. En Estados Unidos y Canadá solo se grabaron escenas de animales amaestrados.
El cine, al menos el comercial, devuelve el golpe a la televisión con ‘Avengers: Infinity War’, cuyo éxito sin precedentes augura por dónde transitará la producción cinematográfica en los próximos años, al menos aquella que busca conquistar públicos masivos que hagan reventar la caja registradora a niveles de miles de millones de dólares.
Si la televisión se hizo cinematográfica, ahora las películas se volverán (se están volviendo) televisivas. ‘Infinity War’ es, en términos prácticos, una serie. Constituye el 19º filme (mejor dicho, capítulo) de una saga que comenzó hace diez años, con el estreno de ‘Iron Man’, película de Marvel que fue pensada para abrir una larga secuela de cintas en torno a los héroes de los cómics de Marvel. Es verdad que ahí no hay novedad, pues el ‘Superman’ que encarnó el actor Christopher Reeve alcanzó cuatro cintas entre 1978 y 1987, prácticamente una década.
‘Iron Man’, sin embargo, dio inicio al uso de las escenas poscréditos como un ‘cliffhanger’, recurso literario desarrollado especialmente en la novela por entregas -policial o romántica- y que consiste en crear una escena de gran tensión dramática que, abruptamente, queda interrumpida y deberá completarse más adelante.
Es todo lo contrario a las series con capítulos autoconclusivos, de la cual la primera en adquirir verdadera notoriedad fue, todos lo saben, ‘Yo amo a Lucy’. En general, las comedias han sido generalmente autoconclusivas desde entonces.
Las series de televisión, sobre todo las de misterio y de corte detectivesco, han usado el ‘cliffhanger’ desde el éxito de la serie británica ‘Shadow Squad’, estrenada en 1957, un policial de 147 capítulos. El recurso se extendió a series de otros géneros. Las telenovelas, tanto las estadounidenses como las latinoamericanas, han sido expertas en este recurso.
El ‘cliffhanger’ en el cine, por supuesto, no es una novedad. ‘El Imperio contraataca’, ‘Matrix Reload’ y ‘Volver al Futuro II’ lo usaron. Pero Marvel utilizó las escenas poscréditos para crear pequeños ‘cliffhangers’ que mantuvieran la expectativa en la audiencia.
‘Infinity War’ contiene el ‘cliffhanger’ más apoteósico de la historia del cine de masas y que iguala a la potencia de otros que hemos estado viendo en la televisión, esas sangrientas bodas rojas y cazadoras de vampiros muertas, esas escenas explosivas que requieren obligatoriamente de una continuación para ser plenamente satisfactorias.
Una característica obvia de las series radica en que los personajes se presentan una sola vez. En los siguientes capítulos, entran en escena sin explicación alguna. En ‘Infinity War’ ocurre eso exactamente. Las quejas de los críticos de cine van justamente porque Thor aparece sin ojo, hay un país africano más avanzado tecnológicamente que el propio Japón y aparece una humanoide azul que es torturada. Todo de la nada. Claro, para disfrutar del relato hay que haber visto todo lo demás. Sí, como en las series. Y como en las series, será imposible entrar a ver ‘Avengers 4’ sin haber pasado antes por ‘Infinity War’.
Al final, las series terminan armando un macrorrelato. Marvel ha construido el suyo. O mejor dicho, lo ha hecho el productor Kevin Feige, un bostoniano de 44 años que ha supervisado todas las películas de Marvel y ha conseguido el sueño dorado de todo productor: que la serie crezca exponencialmente en seguidores.
Así justamente operan las series, con un productor que vela para que la línea del relato mantenga coherencia, a pesar de los personajes y sin importar cuántos dirijan los capítulos. ‘Juegos de Tronos’ ha tenido siete directores. En este caso, el universo cinematográfico Marvel ha utilizado 14 directores diferentes. Todos supervisados por Feige. Todos armando un universo conectado. Una serie en toda regla.