Un músico puruhá fabrica sus propios instrumentos y capacita a los jóvenes que se inician en nuevos grupos andinos. Foto: Glenda Giacometti/ EL COMERCIO.
El conocimiento para trabajar la madera lo heredó de su abuelo materno, Bacilio, y su talento para la música lo heredó de su abuelo paterno, Martín. Ahora Martín Malán combina sus habilidades para promover la música andina.
La historia musical de su familia se inició hace casi 200 años, en la época de las haciendas. Su bisabuelo Bacilio se educó con misioneros católicos y fue el primer indígena de Pulucate, en Colta, en dominar el idioma español y leer partituras, algo que en esa época era prohibido por los dueños de la hacienda en la que trabajaban.
“Era prohibido que un indígena hable español, pero mi abuelo secretamente daba clases a la gente para enseñarles. Él era muy querido por todos, siempre andaba tocando su violín en las comunidades y hasta en el cumpleaños del patrón. Además era Paqui del Jaway, ese oficio nos lo heredó a todos los que le seguimos”, cuenta Malán, de 64 años.
Él se inició en la música a los siete años. Aprendió de su padre y su abuelo a entonar todos los instrumentos andinos como el rondín, el pingullo, la dulzaina, el tambor, etc. En su juventud se familiarizó con otros instrumentos de origen occidental, como la guitarra y la armónica.
“Siempre amé la música por los sentimientos y emociones que se puede transmitir. Quiero que la gente escuche mi nombre y recuerde mi música aun cuando yo ya no esté”, cuenta Martín mientras afina sus instrumentos en el pequeño taller que instaló en el patio de su casa, en Riobamba.
El éxito musical lo alcanzó en 1975, cuando formó la agrupación Runapak Shungo, a la que pertenecían seis músicos de su comunidad. Ellos ganaron un concurso de coplas de Carnaval en la Casa de la Cultura, y como premio grabaron su primer disco.
Eso les cambió la vida. Las cuatro canciones que compusieron juntos sonaron en toda la Sierra Centro, y aún ahora se escuchan durante la temporada de Carnaval.
Las canciones María Manuela, Carnaval Cani, y otras hablan sobre las tradiciones, la comida, los personajes de la fiesta y están acompañadas de un ritmo alegre. Se destacan los sonidos de los instrumentos andinos y la armónica.
“Las grabadoras se acababan y se vendían cientos de casetes que la gente compraba para escuchar en su comunidad”, recuerda Malán.
El grupo se desintegró años después, pero hoy sus hijos y nietos siguen sus pasos y formaron una nueva agrupación a la que llamaron Los Chusik Andinos. El repertorio de este nuevo grupo musical incluye canciones originales y otras de la autoría de Runapak Shungo.
Casi 35 años después de su éxito, Malán continúa haciendo música. No solo acepta contrataciones para grabar con grupos musicales y coros, sino que también capacita a nuevos músicos.