A las 13:30 de este 23 de octubre del 2018 se inició en la funeraria Casa Girón el velatorio de la actriz ecuatoriana Martha Ormaza, fallecida el 22 de octubre. Foto: EL COMERCIO.
Era 1985, en Quito. Estaba nerviosa. Aunque solo era un reemplazo coincidencial, subir a sus primeras tablas teatrales marcó su vida. Actuó -sin saber- y un ojo visionario (el de Raúl Guarderas) dictaminó su destino. Martha Ormaza no volvió a bajarse de los escenarios nunca más. A ella, cuyo rostro dio vida a la irreverencia de Doña Encarna o Vitalina ‘La Mona’, en ‘Dejémonos de Vainas’, la recuerdan como una mujer de tablas que supo convertir las penas y los dolores, en risas perpetuas.
La actriz, que nació en Alausí pero plantó su vida en Quito, falleció el lunes 22 de octubre del 2018 a causa de un cáncer que se le diagnosticó en el 2013. Huellas de su legado se levantaron este martes 23 de octubre, en una ceremonia de despedida en la funeraria Casa Girón, en el norte de Quito. Habrá una misa mañana a las 12:00 y después, por decisión familiar, su cuerpo será cremado.
Es natural que las lágrimas broten ante la pérdida de un ser querido pero una fotografía a blanco y negro con el rostro sonriente y mirada inquieta de Martha Ormaza en el centro del salón levanta la nostalgia, sonrisas y recuerdos que al unísono se van hilando.
Pocos seres humanos logran culminar su vida haciendo lo que más añoran y, sin duda, dice el cineasta Peky Andino, Martha Ormaza logró hacerlo. Para él, la actriz vive en su obra. “Siento que no se ha ido, que no la hemos perdido. Está en todas las cosas que hizo para este país que amaba tanto y que, sin embargo, siempre le marchitaba los claveles. Me voy emocionado de que vi a mi amiga hace dos años y medio y con el convencimiento de que voy a verla alguna vez, cuando nos crucemos en dónde suele cruzarse uno con el alma…La función debe continuar”, dice el artista.
El velatorio se inició a las 13:30 con la voz del cantante Jaime Guevara. Familiares, amigos, artistas y gestores culturales cantaron a una sola voz: “Chao, compañera nuestra. Chao, hoy que te nos vas. Chao, compañera buena. Chao, no mires atrás”.
Para la actriz Juana Guarderas, Ormaza fue no solo una compañera de carrera; sino una hermana de tablas y de la vida. Fue esa primera amiga que le enseñó a maquillarse y la primera persona a la que Guarderas llamó para contarle sus aventuras en el mundo onírico.
Su padre, el director de teatro Raúl Guarderas (+) descubrió a Ormaza como actriz y juntas nutrieron su talento. El resultado fue una de las comedias más exitosas del teatro nacional: ‘La Marujita se ha muerto con leucemia’, que unió a Cleta (Elena Torres), Abrillia (Guarderas) y Encarna (Ormaza).
Guarderas sonríe cuando habla de su amiga, su ‘manivela’ cuando creaban arte. Ella, afirma, se siente afortunada de haber construido una relación que pasó la barrera de la creatividad.
“Yo siento que nuestra relación en ‘Las Marujas’ es una de las construcciones más importantes que he hecho en mi vida. Fue personal y humana. Ha implicado muchas cosas, entre ellas, nuestra inteligencia emocional porque cumplir 28 años de trabajo no siempre es fácil. Sí, tuvimos nuestros momentos complejos pero siempre sacamos un aprendizaje”, comenta.
La actriz de su amiga, su habilidad por la escritura y la entereza para representar un papel. Guarderas evoca su dolor pero cita un claro ejemplo de su relación con Ormaza.
Estuvo en sus últimas horas de vida, cuando estaba en terapia intensiva. Ormaza no podía hablar, pero ella sí. Recordó esa sensación que las conectó siempre: el poder hablar sin hablar, el poder entenderse sin mirarse. “Esta es nuestra conexión de piel”, le dijo mientras juntaba su mano con la de su amiga y Ormaza le sonrió. “Ella ha sido y es la reina de Achacota de mi vida…Estoy segura de que nos vamos a encontrar en sueños”, dice Guarderas.
Guarderas recuerda también que en una de sus visitas anteriores, ‘Doña Encarna’ le preguntó por su obra ‘Papacuna’, que se estrena la noche de este martes 23 en el Teatro Capitol. No lo hizo con palabras, sino con gestos.
“En lugar de preocuparse por su obra ‘La serenísima madre de las flores’, quería saber cómo iba mi obra. Ella era así, generosa. Sabes, las obras de teatro también son un parto. La Martha y yo compartimos muchos. Siento que este es un momento potente. La muerte también es un parto y siento como si fuese a darle luz a ella, mi”, cuenta.
Talentos jóvenes como Gabriela Ruiz, protagonista de ‘La serenísima madre de las flores’, obra póstuma de Ormaza que se estrena mañana, miércoles 24 de octubre, en La Capilla del Museo de La Ciudad (García Moreno y Rocafuerte), coincide en que la actriz deja un legado plausible en las artes escénicas del Ecuador.
Además de conocerla como actriz, recibió sus consejos como directora. “Era una mujer apasionada. Era también una directora con mano dura pero generosa con el conocimiento. Quería excelencia y confiaba en nosotros”.
Sobre su herencia personal, Ruiz es firme, quiere ser como lo que fue su maestra: una mujer de las tablas, hasta el último día de su vida. Y con ello, un próximo encuentro con Martha Ormaza, la Marujita eterna.