Panteros 666 y Nasser durante su presentación en el Festival Marsatac en la Alianza Francesa. Foto: Eduardo Teran Urresta / EL COMERCIO
Una larga fila de personas esperaba poder entrar a la hora del evento al festival gratuito que tenía lugar el sábado 29 en los patios de la Alianza Francesa de Quito. De hecho, se formaron dos filas a lo largo de la avenida Eloy Alfaro. Mientras en el escenario ya sonaba la música de los ecuatorianos Funkee Bom, en los exteriores los grupos de jóvenes aguardaban con paciencia mientras en la puerta el control hacía un minucioso cacheo a cada espectador.
Eventualmente, y dado la lentitud del sistema para ingresar, se decidió abrir la puerta por completo y así ingresó un número de personas que junto a los que ya estaban dentro, terminaron de pintar el mar de personas que permiten los parqueaderos de la instutución de enseñanza del idioma galo. En ese momento el dúo colombiano Mitú se apoderaba del escenario con un set que combinaba percusiones propias del folclore colombiano con los sonidos de los secuenciadores y cajas de ritmos.
Luego llegó el turno de Nasser, un trío proveniente de Marsella, Francia que con su electro rock con ganchos pop, se ganó de inmediato el apoyo de los asistentes, quienes -en su mayoría- no conocían la propuesta a fondo. Más allá de su enérgico set que mezcla la calidez de instrumentos análogos como la batería y la guitarra con los ‘beats’ maquinales, Nasser se entregó corporalmente a su nueva audiencia. No solo que sus miembros perdieron paulatinamente prendas de su ropa mientras sacudían sus cabezas al ritmo de los bombos. También tuvieron un contacto constante con el público, incluso pese a la barrera del idioma.
Tras su set bien recibido por los invitados, llegó el turno del DJ frances Panteros666 quien durante más de dos horas dio muestras de su estilo de techno versatil. El disc jockey es un hábil manipulador del tornamesAas digital. Su ‘live set’ se caracterizó por el control de los distintos pasajes y por el apoyo de sus fans ecuatorianos que no eran pocos dentro de las filas cercanas al escenario.
Sin embargo, dada la hora, una parte del público empezó a abandonar el predio paulatinamente desde las 01:00 en medio del extenso show del francés quien simuló falsos finales desde esos momentos. Los que se quedaron, disfrutaron de la fiesta con un baile electrizante provocado por las frecuencias que desde los parlantes resonaban en las cajas toráxicas de aquellos que danzaban.
Esta fue la primera edición del festival de origen francés en Quito. La misma marca celebró este año en Marsella su dieciseisava entrega.