El actor español Óscar Jaenada revive a Mario Moreno y a su personaje Cantinflas. Foto: EFE.
Mario es un muchacho desorientado en busca de su vocación. Ha probado con varios oficios, hasta que casualmente encuentra su inspiración bajo la carpa de un circo ambulante. Sebastián del Amo dirige ‘Cantinflas’, la primera película sobre la vida de uno de los más grandes comediantes de México y de Latinoamérica.
Desde el guión, la cinta se sitúa en los lugares y se acerca a los personajes que vieron nacer al ‘peladito’. Ese personaje que descubre en su improvisada y cómica verborrea la característica que marcaría la diferencia y le abriría las puertas al mundo del espectáculo.
Del Amo propone un recorrido de descubrimientos. El actor que halla al personaje, el productor que encuentra a la estrella, el actor que se topa con la fama, el hombre que se revela ante el dolor y la alegría como ante el amor y la tragedia.
El ‘biopic’ es un género muy arriesgado en cuanto al reto que impone la construcción de un retrato que no deshonre la imagen del personaje pero que sea lo suficientemente sensato como para tampoco desilusionar al público. En ese sentido, el director deja en claro que su propuesta narrativa es la de un homenaje más que la de una biografía.
Sin embargo, tampoco deja de ser una película de contrastes. Un mosaico que se compone de los momentos más trascendentales en la vida del actor y su personaje para componer momentos de humor y drama que marcan el ritmo de la narración.
Esto, en conjunto con una banda sonora en la que figuran nombres como Áleks Syntek, Enrique Bunbury, Paté de Fúa, La Santa Cecilia, entre otros que aportan con su talento para ambientar musicalmente los mejores momentos del filme.
Por otra parte, el público será testigo de la metamorfosis que convierte al actor español Óscar Jaenada en un hombre embebido en la fama y en un personaje que defiende su libertad en el plató. Su aproximación física se complementa con un deslumbrante trabajo interpretativo que logra capturar la esencia de la ‘cantinflada’ en los movimientos, fraseos, gestos y poses que reviven en pantalla al ‘Chaplin de México’.
Detalles que se desvelan más elocuentemente en los guiños, a través de los cuales se hace un repaso de algunos de sus más importantes largometrajes, como ‘El bolero de Raquel’, ‘Ni sangre ni arena’, ‘Un día con el diablo’ o ‘Ahí está el detalle’; referentes que evocan convincentemente la época dorada del cine mexicano. Pero también ambientes fuera del plató tratados con rigurosa minuciosidad para mostrar al hombre detrás del ‘mimo’.