María Fernanda Restrepo y Odín (su mascota) posan en el borde de la piscina de la casa de su padre, donde jugaba de niña con sus hermanos Santiago y Andrés. Foto: Vicente Costales/ EL COMERCIO
María Fernanda Restrepo es una de las personas que se ha sumado a las vigilias de los jueves en la Plaza Grande, para reclamar la recuperación de los cuerpos de los miembros del equipo de EL COMERCIO que fueron asesinados en la frontera norte.
En estos encuentros, a los que va acompañada de su pareja y de su mascota, alza su voz para recordarle a la gente que al país le faltan muchas personas, entre ellas sus hermanos Andrés y Santiago, por los que ha luchado, junto a su familia, durante los últimos 30 años.
Sentada en uno de los muebles de la sala del hogar donde vivió durante toda su infancia reflexiona sobre la resistencia, esa capacidad que tienen las personas para seguir luchando por sus ideales o sueños a pesar del paso del tiempo.
¿Cuándo fue la última vez que tuvo ganas de tirar la toalla y dejar de resistir?
He tenido ganas de tirar la toalla en varias oportunidades, pero la que más recuerdo fue cuando hice el documental ‘Con mi corazón en Yambo’. En un punto sentí que el proyecto era demasiado grande para mí por el tema que estaba abordando. Tenía tantos personajes, historias paralelas y cabos sueltos que llegó un punto en el que no sabía cómo contar la historia. Lo que hice para terminarla fue tomar un poco de distancia. Eso me permitió recordar que decidí hacer este documental por el amor que le tengo a mi familia.
¿Entonces, alejarse por un momento de lo que está pasando ayuda a resistir?
Mi papá, que es un maestro en esto de resistir, me ha enseñado que nada es tan grande como para perder la cabeza o morirse. El mundo sigue con o sin haber logrado resolver los problemas que uno tiene. También he aprendido que la noche se hizo para dormir y que a la mañana siguiente, viendo el problema desde afuera y con perspectiva, uno se da cuenta de las posibilidades que hay para resolverlo.
¿Cree que la resistencia es un mecanismo natural de defensa que tienen los seres humanos?
Creo que todos, de alguna forma, somos aptos para resistir. Por eso hemos evolucionado, en algunos casos involucionado, pero todo se debe a esa capacidad de resistencia, al coraje, al tesón, a ese no darse por vencido, ni conformarse.
¿A qué palabras vincularía esta idea de resistencia?
A palabras como convencimiento, lucha, fe, pero no la fe católica, sino la fe de creer en lo que estás haciendo o esperando construir. Creo que amor es otra de las palabras que vincularía con resistencia.
¿Qué pasa en esos días en que se levanta y no tiene ninguna de esas palabras a la mano?
Todos los días me levanto con amor y con esperanza. Jamás me despierto con la idea de la derrota en mi cabeza. Han existido poquísimas ocasiones en que me he levantado con ese vacío de no poder más, pero enseguida me acuerdo de que se pueden hacer cosas, de que siempre hay caminos que se abren. Por ahí dicen que lo único que no tiene solución es la muerte, pero creo que hasta la muerte es una solución para esas vidas que ya fueron.
¿La memoria es una forma efectiva de resistencia?
La memoria es una forma poderosa de resistencia. Un país desmemoriado o con amnesia siempre va a caer en los mismos errores. La memoria es combate y es lucha. En el caso de las personas que han desaparecido y no han vuelto, la memoria logra que estén más vivos que nunca, no solo en nuestra mente sino en la de mucha gente. Mantener viva su memoria es la manera de decirle al poder que no olvidamos y que no callamos.
¿Cree que la sociedad ecuatoriana es una sociedad resignada que ha perdido las ganas de resistir?
Creo la sociedad ecuatoriana es una de las más solidarias. En nuestro caso no paramos de recibir muestras de solidaridad y afecto, pero ha sido por un ejercicio donde nos hemos comprometido a no dejar esto en el olvido. Somos una sociedad solidaria pero que tiende a resignarse, a decir ya no se puede hacer nada más. Mucha gente nos dice para qué siguen reclamando si ya están muertos. Durante estos 30 años hemos intentado decirles que la idea es recuperarlos, aunque sea una falange. No los olvidamos porque el caso no está resuelto y porque no tenemos sus cuerpos. No sé si este sentido de resignación tiene que ver con la religión, pero creo que cada uno decide hasta qué punto resiste. Si la lucha es de un día, de un año o de toda la vida. Nosotros decidimos que sería durante toda la vida.
¿A qué equivaldría la resistencia en el ámbito de la política?
La resistencia en el ámbito de la política equivale a estar informados y a ser críticos con los actores sociales y políticos que nos gobiernan.
¿A qué no debemos dejar de resistir?
No debemos dejar de resistir a la indiferencia.
¿Qué pasa cuando la gente es indiferente?
La indiferencia te anula como ser humano y de cierta manera te vuelve cómplice de los problemas que suceden en la sociedad. Un ser indiferente es alguien que se olvidó a qué especie pertenece.
¿Hay cosas a las que hay que dejar de resistirse?
No hay que resistir el maltrato dentro un hogar, o la violencia de un hombre o de una mujer. A veces esa resistencia se convierte en resignación, en una idea de decir este es el camino que me tocó. Esa idea de resistencia es errada.
¿Cuáles son las diferencias entre resistir y aguantar?
Resistir es combatir, luchar, definir un camino y decir esto no me parece y poner pasión por lo que hago. Aguantar es resignarse, es decir ni modo, este fue mi destino.
¿Qué es lo más complicado de resistir?
Lo más complicado es descubrir que te puedes quedar solo en el camino. Que mucha gente se aleja de ti, pero con el tiempo te das cuenta de que eso también es bueno porque sabes quiénes están verdaderamente contigo. Lo más duro es ver que a veces no hay un final y debes seguir por amor.
¿Entonces usted le apuesta a un nosotros resistimos?
Las luchas continúan porque hay un nosotros resistimos. Una persona sola resiste durante el tiempo que decida, pero si otra se suma a esa resistencia es compañía, fuerza, ánimo y aliento. Mientras más personas se unan a una causa esta se convierte en una resistencia más poderosa y eso a la larga puede generar cambios. En nuestro caso se sumaron muchas personas, la ciudadanía, la prensa y hasta los estudiantes.
¿Se imagina una sociedad en donde la gente se canse de resistir frente a las injusticias del poder?
Tenemos el ejemplo de Colombia que es una sociedad que se resignó, que se acostumbró a callar y que dejó de resistir. Una sociedad que después de 50 años tiene 60 000 desaparecidos. Allí la gente decidió acostumbrarse a la sangre y a la muerte. Creo que Ecuador es una sociedad distinta en ese sentido y que no estamos dispuestos a acostumbrarnos ni a callar. Creo que la sociedad ecuatoriana le da lecciones a muchos países de Latinoamérica pero sí necesitamos unirnos más. La resistencia se hace en cuerpo y alma, o sea de forma física.
¿Qué pasa con la resistencia que se genera desde las redes sociales?
Creo que sí hay una resistencia virtual y por eso se viralizan los temas pero antes los universitarios salían a las calles y empapelaban las ciudades. Ahora todo se resume en un tuit y al día siguiente de que se viraliza aparece algo más y se acabó la historia anterior. La gente está empezando a ser solidaria de una forma cómoda y en eso tienen que ver las redes sociales. Una cosa es mandar un tuit desde la comodidad de mi cama mientras estoy viendo una serie de Netflix y otra es estar enfriándose en la plaza.
¿Frente a qué nunca va a dejar de resistir?
Nunca dejaré de resistir ante las injusticias, no solo las que vivimos nosotros sino las de todos. Como dije, tampoco dejaría de resistir frente a la indiferencia y el olvido.
Perfil
María Fernanda Restrepo
Nació en Quito, en 1977. Estudió periodismo y producción de cine y televisión en la Universidad San Francisco de Quito.
Es parte de la productora Escala Gris con la que ha realizado varias series documentales.
En el 2011 presentó el documental ‘Con mi corazón en Yambo’, una cinta en la que rinde un homenaje a Santiago y a Andrés, sus hermanos mayores desaparecidos a inicios de 1988.