María Fernanda Cartagena y Christian León plantean un nuevo modelo de museo

Christian León es investigador de temas culturales;  María Fernanda Cartagena está especializa en arte. Foto: María Isabel Valarezo/ EL COMERCIO

Christian León es investigador de temas culturales; María Fernanda Cartagena está especializa en arte. Foto: María Isabel Valarezo/ EL COMERCIO

Christian León es investigador de temas culturales; María Fernanda Cartagena está especializa en arte. Foto: María Isabel Valarezo/ EL COMERCIO

Los museos no pueden seguir siendo lo que han sido hasta ahora. Alrededor de esa certeza, la curadora e historiadora del arte María Fernanda Cartagena y el investigador y crítico cultural Christian León escribieron el libro ‘El museo desbordado. Debates contemporáneos en torno a la musealidad’.

El libro se presenta hoy a las 18:00, en el Centro de Arte Contemporáneo.

¿Por qué es importante hoy repensar el museo, no solo como espacio, sino como actor cultural?

CL: Los principios sobre los cuales se construyó la institución museo han sido cuestionados, esto ha hecho que los conceptos tradicionales necesiten ser reformulados en un contexto caracterizado por las tecnologías de la comunicación, la crisis de los referentes nacionales, nuevos concepto de patrimonio, las culturas hídricas, la interculturalidad, la ciudadanía cultural, democratización simbólica.

MFC: El museo ya no se sostiene más como entidad cerrada o autónoma. Es mucho más que un contenedor de bienes valiosos, debe ser pensado como un nodo en redes, un lugar que permite conexiones y facilita relaciones entre individuos, grupos y comunidades. En la actualidad los muros del museo son porosos.

¿Qué sentido tiene su propuesta/lectura sobre lo que debería ser un museo contemporáneo, en una sociedad con tan poca cultura museística como la ecuatoriana?

CL: No creo que haya poca cultura museística en el país. Según el Catastro de museos realizado por el Ministerio de Cultura existen 279 museos de distinta índole en el país. El Museo Nacional, varios museos municipales de Quito tienen una buena concurrencia de público. Lo que no existe es una reflexión sostenida sobre estas instituciones, sus discursos, su impacto cultural y los valores que las animan. De hecho los estudios museales son muy escasos.

¿Cuál es el estado del campo museológico en el Ecuador?

MFC: Me parece que hay una gran demanda de profesionalización que no está lo suficientemente atendida, si bien hay valiosos avances como la reciente apertura de la Especialización Superior en Museos y Patrimonio Histórico en la UASB. En este escenario se destaca el trabajo de articulación y capacitación que realiza el Sistema Metropolitano de Museos y Centros Culturales de Quito. La museología brinda múltiples posibilidades para ámbitos tales como la educación no formal, el turismo cultural, el desarrollo de proyectos en vínculo con la sociedad o para enfoques de responsabilidad social.

Su lectura parte del concepto del desborde, ¿es posible plantearse un museo que acoja, se acomode, a esta nueva realidad?

CL: La modernidad intento ponerle linderos, límites y bordes a todas las prácticas e instituciones culturales. Este proyecto fracasó estrepitosamente y hoy vivimos una época caracterizada por la interdependencia y la complejidad. Lo que planteamos en el libro es que uno de los desafíos de los museos en la contemporaneidad es salir de los límites impuestos para abrirse a nuevos diálogos entre distintos tipos de culturas, valores, patrimonios, espacios, actores y prácticas. Y de esta manera desafiar la lógica de la clasificación, jerarquización y control que está inscrita en la lógica colonial y moderna con la cual tradicionalmente funcionaron los museos.

¿Cuál es el papel de la ciudadanía (como plantean ustedes) en el museo contemporáneo, más allá de la interacción con fines pedagógicos?

MFC: La ciudadanía está relacionada con los derechos culturales. El museo debe ir más allá de la exhibición y contextualización de artefactos culturales para asumir un rol estratégico en cuanto a la democracia, transformación social, desarrollo sostenible, reconocimiento de la diversidad cultural y lucha por la justicia social.

CL: Los estudios museales muestran que en la actualidad hay una fuerte tendencia a privilegiar la agencia de los usuarios y pasar de la categoría de espectador a la de ciudadano. Es decir, el visitante no es simplemente un consumidor de contenidos predeterminados, sino un actor político con saberes, intereses y demandas.

¿En qué consiste la ‘ciudadanía cultural’?

CL: Es una nueva concepción que considera que la ciudadanía se construye desde marcos interpretativos, culturales y de acción que no son universales sino diversos. Este es un principio que puede guiar la participación dentro del museo.

¿Cómo se logra hacer del museo un recurso cultural, como plantean en el libro?

MFC: El museo debe ser apropiado. Esto se logra inspirando y promoviendo el protagonismo, genuina participación y agencia ciudadana. La voz autoritaria, despersonalizada y distante del museo tradicional deberá reemplazarse por el diseño de modelos de participación que involucren los intereses de los públicos, logren receptar sus contribuciones, potencien su creatividad y por lo tanto generen experiencias más significativas.

¿Cuál es el primer paso hacia la descolonización de la propuesta museística en el país?

MFC: El primer paso debe ser el reconocimiento de las relaciones de poder que atraviesan a estas instituciones a partir de las herencias coloniales. ¿Cuáles son las voces autorizadas? ¿Cuáles son las áreas relegadas? ¿La estructura interna permite o restringe la participación y los diálogos horizontales? Los museos también enfrentan el desafío de vivir, casa adentro, la interculturalidad, la equidad sexo-genérica o el cuidado medioambiental, para que estos principios no se limiten a los discursos expositivos.

CL: Los museos nacen como mecanismos de poder imperial y colonización cultura. Cuando en América Latina se fundan los museos en la época republicana, estos valores y jerarquías coloniales no fueron cuestionados. De ahí que la tarea de la descolonización de los museos es una tarea urgente que aún está por hacerse. A mi modo de ver, el proceso debería empezar con una reflexión colectiva que nos permita entender los legados coloniales con los que operan los museos ecuatorianos. Con un cuestionamiento de los valores elitistas y monoculturales presentes en las políticas de coleccionismo y en las prácticas museísticas. Con una reflexión profunda sobre las relaciones de poder y el tipo de sujeto que construye el museo. Solo así podríamos empezar a imaginar un nuevo tipo de museo que sea un motor del diálogo intercultural, la participación y la democracia.

¿Qué espacio quedan para el legado español y el mestizaje en este modelo de museo que proponen?

El libro recoge una serie de discusiones y debates en el campo de los estudios de museos que a nuestro modo de ver son las más urgentes para nuestra contemporaneidad. Planteemos 5 ejes de discusión: descolonización, transformación social, participación ciudadana, recontextualización de los patrimonios e interconexión comunicativa. Esas 5 líneas de debate proponen una nueva forma de diálogo entre distintos patrimonios. En este sentido es necesario reutilizar y reinterpretar las colecciones y patrimonios consagrados en diálogo con saberes, bienes y prácticas que han estado invisibilizadas.

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