La cantante de música popular celebra 25 años en los escenarios. Sacará un álbum conmemorativo en Carnaval. Foto: Armando Prado/ EL COMERCIO
Hace 25 años, ella era una jovencita que, en medio de sus estudios en el Conservatorio Nacional de Música, se sentía lista para tomarse los escenarios en solitario. Sabía bien que todavía no completaba su formación académica, pero su experiencia en agrupaciones corales la había preparado, de cierta manera, para cantar ante un gran público. Así fue como María de los Ángeles Tituaña, en contra de sus propios miedos, se metió en un estudio de grabación para empezar a forjar la historia de una de las exponentes más destacadas del repertorio ecuatoriano.
En este 2020, la cantante de música nacional celebra sus bodas de plata con los escenarios. Para ella, este festejo llega en un momento de intenso trabajo: la grabación de su volumen 26 (que se proyecta como un disco conmemorativo por todo lo alto) y una posible gira de gran aliento por Europa.
Si bien ahora es una mujer para quien los escenarios son casi una extensión natural de su cuerpo, en sus inicios nada fue sencillo. De hecho, la grabación de su primer trabajo discográfico fue todo un reto: en la década de 1990, el alto costo de la producción de un disco era un problema para una cantante de 15 años. Su padre apostó por ella y vendió un terreno para pagar los gastos de este álbum, que salió bajo el sello de Producciones Zapata.
Un poco nostálgica, María de los Ángeles cuenta que los seis primeros años de carrera fueron especialmente difíciles. No solo se trataba de sacar adelante una carrera artística en un medio que ya tenía nombres consolidados como los de Héctor Jaramillo, Aladino o Anita Lucía Proaño. Fue un desafío personal ya que estaba terminando su bachillerato en Contabilidad, su formación en música en el Conservatorio y, a los 19 años, se quedó embarazada de Melany, su primogénita.
La cantante durante una presentación en el Estadio del Aucas en 2005. Foto: Archivo/ EL COMERCIO
En medio de esta vorágine, cuando se planteaba la opción de convertirse en profesora de música, cuando su vida tomó otro rumbo. Casi desafiando el sistema del momento, se lanzó a trabajar de manera independiente y de la mano de Guido Narváez, su esposo. Grabaciones, conciertos en las principales festividades del país, giras por el extranjero… Ella cuenta que todo se dio de una manera pausada pero segura. Y lo más importante de este período fue que se consolidó su pasión por la composición y la escritura de canciones, algo que comparte con su pareja.
Música para todos
Si bien las canciones de María de los Ángeles están enmarcadas principalmente en el género de la tecnocumbia, ella siente que canta para todos. Eso lo quiere transmitir en sus letras, en las que el amor, el engaño, la vida familiar o la reivindicación de la mujer han sido temáticas de las que, constantemente, ha cantado en estos 25 años en los escenarios.
Canciones como Brindo Por Ti, La Arañita, Adiós Adiós, Rosita María o Lobo Infiel son algunas de las que se han inmortalizado entre sus fanáticos. Pero para que esto fuera posible, ella apostó por YouTube como un medio para acercarse al público digital. Abrió su canal en esta plataforma en agosto del 2010 y en casi 10 años ha logrado más de 44 millones de reproducciones de sus videos.
Cuando está fuera de los escenarios, María de los Ángeles es una mujer que prefiere utilizar ropa cómoda. Pero en el momento de estar con su público, ella se transforma: tacones altos, vestido, maquillaje discreto y unos aretes largos son parte de ese ‘look’ artístico.
Para ella, la música y sus seguidores se merecen ese respeto al oficio; no se trata solo de cantar algo, sino transmitir un mensaje. Por ejemplo, en su última canción Otra Vez Perdí, ella anima a quienes se sienten derrotadas en el amor: “yo no voy a llorar porque tú te vas/otro golpe no me derribará”.