La arrogancia de confiar en la tecnología es una de las
aristas de este filme sobre una tragedia petrolera en el mar. Foto: Captura
Luego de ‘El único superviviente’ (2013), el director Peter Berg vuelve a hacer dupla con el actor Mark Wahlberg para poner en escena ‘Marea negra’, sobre los momentos de horror y desesperación de un grupo de trabajadores durante un catastrófico accidente en una plataforma petrolera.
El 20 de abril del 2010, uno de los mayores desastres ambientales ocasionados por el hombre ocurrió en el Deepwater Horizon. Tras una explosión, la plataforma petrolera asentada en el Golfo de México ardió durante dos días antes de hundirse en el Océano Atlántico. El accidente se cobró la vida de 11 personas y produjo el derrame de unos 900 millones de litros de petróleo.
Seis años después y basado en este hecho real, Berg hace un apasionante acercamiento a la historia de los hombres y mujeres y su desesperada lucha por la supervivencia a bordo de esta isla artificial. Ese punto de vista, sin embargo, excluye del centro de atención las repercusiones sobre la flora y la fauna, afectada por un derrame que cubrió más de 1 600 kilómetros de costa.
Wahlberg se convierte en la figura central en el papel de Mike Williams, el jefe del departamento técnico y un devoto esposo y padre de familia.
A su alrededor, el ambiente de trabajo es estresante y físicamente exigente y aunque ciertas tareas pendientes agregaban tensión, había cierta confianza en un aparentemente infalible sistema de seguridad.
La convincente interpretación de Wahlberg se apoya en el trabajo de experimentados colegas como Kurt Russell, John Malkovich, y Kate Hudson, quienes terminan de componer el dramático momento, tanto de la gente atrapada en la plataforma, como de las familias que esperan su regreso.
El que sería un ordinario día de trabajo se transforma literalmente en un infierno, que supera las capacidades humanas y tecnológicas amenazando la vida de decenas de personas.
Entonces el instinto de supervivencia y la esperanza de regresar a casa operan como catalizador de intensas escenas de acción, en esta nueva historia del cine catastrófico moderno que deja suspendidas algunas ideas sobre la fragilidad del ecosistema, la arrogancia tecnológica y la política energética.