Panorámica de Marcelino Maridueña desde uno de los tanques elevados del Ingenio San Carlos, en 1995. Al fondo se observa la iglesia San Carlos Borromeo, declarada patrimonio. Foto: Archivo Fotográfico Ingenio San Carlos
Marcelino Maridueña, tú llevas/ de un gran coronel el valor/ defenderte es la sed de tus hijos/ para gloria de nuestro Ecuador./ Salve a ti, que engrandeces la Patria/ con tu manto de fresco verdor/ ya es historia tu nombre fulgente / y ensalzado por siempre será.
Ese fragmento del himno al cantón Coronel Marcelino Maridueña Quezada caracteriza difusamente al patrono laico que da nombre a esta localidad agrícola guayasense, de clima templado y revestida con cañaverales casi todo el año. Esa estrofa da rostro a un personaje del que, al menos por ahora, no existe un registro gráfico certero.
Una placa negruzca, incrustada en un obelisco levantado como homenaje en las afueras del Municipio marcelinense, exhibe una diminuta y rústica efigie. Es la imagen de un hombre añoso, de rasgos fuertes, bigote abundante; es una imagen similar a la de un prócer, de postura heroica y de quien muy poco recopila la historia.
Marcelino Maridueña Quezada nació en el recinto Yaguachi -ahora cantón del Guayas-, a fines de 1 700 -aunque es una fecha no esclarecida-. Fue parte de una familia acomodada e intelectual, dedicada a la agricultura y la ganadería, que acumuló amplias extensiones de tierra. Su padre fue el caballero español Felipe Maridueña Rodríguez; su madre, la ecuatoriana Silvestre Quezada.
La hacienda La Tigrera era su hogar, antiguamente habitada por el bosque seco tropical de la Costa. Con el tiempo fue ocupada, casi en su totalidad, por abundantes cultivos.
Los dos relatos locales plasmados en libros exaltan al coronel como un aguerrido militar, de ideales liberales, con cargos de importancia, como resume la directora de Cultura y Patrimonio del Cabildo, Lucía Palacios. Hay quienes dicen que luchó junto a Eloy Alfaro. Hay quienes narran que fue edecán de uno de los próceres de la Independencia de Guayaquil. Hay páginas que cuentan que luchó en la Batalla de Cone, donde las tropas patriotas vencieron a las españolas en la ruta hacia la libertad.
Desde hace un año, esos relatos han sido puestos a prueba. El Municipio de Marcelino Maridueña contrató una investigación sobre el origen de su mítico patrono. El alcalde Nelson Herrera confiesa que lo hizo por curiosidad y para fortalecer la memoria histórica de la población en torno al personaje épico, a quien solo conocen por el nombre.
No existe una carretera principal que pase por este cantón de no más de 14 000 habitantes, de apenas 31 kilómetros cuadrados de superficie, con una peculiar topografía y ubicado a 65 kilómetros de Guayaquil. Es parte de la Costa y muy cercano a las montañas de la región interandina, que le aportan un clima fresco. Dos ríos pedregosos lo abrazan.
En la Carta Geográfica del Ecuador, que marcó los límites del país en 1892, el geólogo alemán Teodoro Wolf incluyó este territorio en la provincia de Guayas. Lo denominó La Isla y lo graficó como un pedazo alargado de tierra, rodeado por dos caudales. Cerca de ese nombre escribió: “Tigreria”.
Los primeros registros como Marcelino Maridueña aparecen el 24 de octubre de 1920, cuando fue elevado a parroquia del cantón Yaguachi. El acta incluye los predios Hacienda Tigrera y San Carlos Marcelino Maridueña. El 7 de enero de 1992, hace apenas 27 años, fue creado por ley el cantón Coronel Marcelino Maridueña, aprobado por el Congreso Nacional dirigido por Fabián Alarcón Rivera.
El nombre del patrono está grabado en los buses que cubren la ruta intercantonal. Está en los rótulos que dan la bienvenida. Pero, ¿quién fue el coronel? Casi siempre la respuesta es el silencio en esta localidad, que ocupa el octavo puesto entre los 25 cantones de Guayas en aportes de divisas a la economía nacional; la industria azucarera es su fuerte.
Ahora sus autoridades quieren marcar límites entre la idea del territorio y la arraigada tradición azucarera que los empalaga. “Han empezado a formar grupos que se autodefinen como sancarleños. Somos marcelinenses; tenemos una identidad”, dice el Alcalde.
La estatua de un zafrero abre paso al casco urbano. Otros monumentos de agricultores cortando caña, cargando pesados juncos y hasta la primera locomotora que se usó para trasladar la producción se repiten en parques, plazas y calles. Hoy es, netamente, una ciudad industrial.
En 1897, la Sociedad Agrícola Industrial San Carlos fue establecida en esta tierra fértil por Carlos S. Lynch. Comenzó en una finca donde confluían los ríos Chimbo y Chanchán, y que según la recopilación del historiador Ángel Emilio Hidalgo perteneció a la familia Maridueña.
El investigador asignado por el Cabildo ha encontrado antiguas escrituras en el Archivo Histórico del Guayas, actas de los descendientes de Maridueña en la Diócesis de Yaguachi, donde el apellido se mantiene vivo; el testamento del coronel reposa en el Registro de la Propiedad y su nombre se encuentra en los viejos folios de defunciones del Cementerio Patrimonial de Guayaquil.
Los elementos recolectados han dado un giro sobre lo que se creía del patrono. Su historia se está reescribiendo y será publicada en abril, luego de la aprobación del Concejo Cantonal. Cómo obtuvo el título de coronel es otra incógnita. Hidalgo tiene una hipótesis: cree que luchó en la Revolución Marcista de 1845, junto a Bolívar de Villamil, hijo del prócer José de Villamil, héroe de la Independencia de Guayaquil. Pero esa es solo una especulación. “Este es solo un punto de partida para que los marcelinenses recuperen su historia, construyan y fortalezcan su identidad local”.