La mantarraya gigante puede medir hasta 8 metros de ancho. Foto: EFE
La mantarraya gigante es el pez con el cerebro más grande del mundo, no tiene huesos en su cuerpo y es conocida por su capacidad para ‘volar’ en el agua. A pesar de estas características, sus poblaciones están disminuyendo rápidamente y, a finales del 2020, este animal marino se sumó a la lista de especies en riesgo de extinción.
La Unión Internacional para la Conservación (UICN), en su última actualización a la Lista Roja, colocó a la mantarraya en una categoría más alta de amenaza. Antes estaba clasificada como ‘vulnerable’ y ahora se la considera ‘en peligro’.
Pablo Guerrero, director de Conservación de Paisajes Marinos del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) Ecuador, considera que esta nueva clasificación debe “encender las alarmas”, sobre todo porque estas especies, más que por causas naturales, se encuentran amenazadas por las actividades humanas.
La pesca incidental y la dirigida han impactado en sus poblaciones. En el primer caso, dice Guerrero, son capturadas sin intención específica por las artes de los pescadores. La práctica intencional es un problema más complejo, ya que las atrapan para comercializar sus branquiespinas.
Estas se encuentran en sus branquias y sirven para filtrar el plancton, del cual se alimentan. Las branquiespinas son demandadas en la medicina tradicional china y utilizadas como remedios para varios padecimientos, aunque no se ha comprobado su efectividad.
Maribel Carrera Fernández, investigadora de la facultad de Ciencias del Mar de la Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí y líder del Proyecto de Investigación Tiburones y Rayas del Ecuador, cuenta que, además de las amenazas humanas, la biología de las mantarrayas las hace más vulnerables.
Estos animales son inofensivos e incluso amigables con los humanos. Tienen un crecimiento lento, alcanzan la madurez sexual a edades tardías y tienen una sola cría cada dos o cinco años. Por eso, es complicado que sus poblaciones se recuperen rápidamente.
Carrera explica que se reproducen por primera vez al alcanzar los cuatro o cinco metros, es decir, cuando tienen entre 8 y 10 años. Hasta llegar a esa edad tienen una gran posibilidad de ser pescadas.
Ecuador es un punto estratégico para la conservación de estos animales. Según datos del proyecto Mantas de Ecuador, se han identificado más de 2 800 especímenes desde el 2008 hasta el 2018, en diferentes zonas del Parque Nacional Machalilla. Esta cifra demuestra que este es el lugar que reúne al mayor número de mantarrayas en el mundo.
Desde el 2010 se prohíbe la pesca dirigida de esta especie en el país, al igual que su consumo, tenencia, comercialización y transporte. Para Carrera-Fernández, estos datos refuerzan la necesidad de continuar estudiando la biología de las mantarrayas para establecer medidas locales de conservación y “actuar antes de que sea demasiado tarde”.
Otro de los animales que ingresó a la categoría de ‘en peligro’ en la última actualización de la UICN es el delfín gris tucuxi. Con su reclasificación, todas las especies de estos animales de agua dulce ya están consideradas como amenazadas. Jessica Pacheco, oficial de Programa Bosques y Agua Dulce de WWF Ecuador, dice que el cambio de categoría es una muestra de que sus ecosistemas tienen más presión.
Entre las principales amenazas para los delfines de río se encuentran la pesquería no sostenible, hidroeléctricas, minería, turismo no responsable, avance de la frontera agrícola y contaminación de ríos. Pacheco explica que la población que habita en Ecuador tiene las densidades más bajas de toda la región.
La UICN ha evaluado 128 918 especies, de las cuales 35 765 se encuentran en alguna categoría de amenaza.