En Manta, las tablas para surf se hacen al aire libre, lo que atrae la atención de los extranjeros que llegan por turismo. Foto: Patricio Ramos / El Comercio
Espumaflex, espumafón, botellas plásticas, cobertores viejos de televisores, caña guadúa y madera son los materiales que se reciclan en Manta para elaborar tablas para surf.
René Burgos, junto con sus hijos Airón René y Bruce Anthony, los recoge en las noches y madrugadas por las calles de Manta, dos veces al mes.
Todos son surfistas. Esa fue su primera motivación. Pero también contribuir al cuidado del medioambiente. Lo que más encuentran son botellas plásticas que muchos residentes dejan en los exteriores de sus viviendas, como basura.
En el balde de madera de su camioneta, una Datsun 1 600 de la década de 1990, acopian todos los materiales que recogen. Aunque uno de los materiales más buscados es el espumafón. Muy temprano en la mañana, René sale a recorrer las calles en busca de él.
No tarda en encontrar la materia prima de sus tablas, que sirven para los cursos de surf que dicta. René se adelanta a los carros recolectores de basura, que hacen sus rondas de recolección desde las 08:00, para no quedarse desabastecido.
“Nos levantamos a las 06:00, lo que es basura para otros para nosotros es material que convertiremos en una tabla de surf”, comenta Burgos. Cuando el balde de la camioneta está lleno, Burgos se dirige a su taller ubicado en la zona de Los Gavilanes, sureste de la ciudad.
Ahí continúa su trabajo. Tres personas lo ayudan cuando los pedidos se desbordan, aunque la reparación de las tablas es algo que prefiere hacer en persona. Con paciencia y mucho cuidado selecciona poco a poco las espumas que luego convertirá en una tabla.
Burgos y sus ayudantes buscan la de alta resistencia, que por lo general está en los cobertores de televisión. Esa espuma le da mayor consistencia a la tabla. Son personalizadas y eso le ha dado clientes.
En la mitad, donde se unen los dos cuerpos de la tabla, coloca un elemento de 4 cm de diámetro por 1,50 m de largo, hecho con el material que recoge. Suman al mes entre 3 000 y 5 000 botellas plásticas.
Los envases también los recoge a diario en playa Murciélago, luego de las clases de surf que imparte a 15 estudiantes, de lunes a domingo.
René le da forma a la tabla con una cortadora eléctrica. Hay nueve formas de tablas largas que terminan en puntas, en los extremos, para poder deslizarse sobre las olas.
Posteriormente cubre con resina y una tela especial el cuerpo de la tabla; la deja secar por un día y luego sigue el proceso de acabado con pintura fosforescente resistente al agua del mar.
Matías Matute, un surfista de 14 años, compra las tablas a René desde hace cuatro años. “Son muy buenas, tienen excelente duración, supera los ocho meses. Hay otras tablas extranjeras que en cuatro meses ya están estropeadas”.
Por eso, Burgos incluso ha tenido pedidos de sus tablas del extranjero. Los surfistas que llegan por turismo a Manta hacen sus pedidos a través de Internet. Cuando ellos arriban a la ciudad, su tabla está lista, surfean en las playas manabitas y luego siguen su recorrido por otras regiones del país. “Yo les envío su tabla a través de correos del Ecuador utilizando la herramienta Exporta Fácil, cuando los turistas regresan a sus países de origen su tabla ya está en su casa lista para usarse”.
Según Burgos, la conveniencia de comprar una tabla de materiales reciclados para los extranjeros radica también en los costos. “Traer una tabla desde Europa tiene un costo de entre USD 350 y USD 400 por el flete y desde Estados Unidos USD 200. Aquí una tabla nueva y personalizada la vendemos en USD 300”.
En Santa Elena, los propietarios de la escuela de surf SARS imparten clases con las tablas de Burgos. Jennifer Betancouth trabaja en SARS y comenta: “René es nuestro proveedor desde hace dos años, sus tablas son magníficas, los estudiantes nacionales y extranjeros dejan buenos comentarios, muchos lo buscan para encargarle tablas a medida”.
Burgos tiene un local de venta y exhibición de tablas elaboradas con materiales reciclados junto al malecón escénico de playa Murciélago.
Este surfista también recoge madera y pedazos de caña guadúa que se tratan como basura en las zonas donde se construyen casas y edificios. Además, otros que son arrojados por las empacadoras de pescado y almacenes de venta de electrodomésticos de Manta.