Este domingo 29 de enero de 2017 se seleccionará en Filipinas a la próxima Miss Universo que reemplazará a Pia Alonzo Wurtzbach. Foto: AFP.
La expectación por saber quién será coronada como la nueva Miss Universo mantiene en vilo a Filipinas, un país ya de por sí obsesionado con los concursos de belleza.
En total, 86 jóvenes de todo el mundo se disputan relevar en el trono a la filipino-germana Pia Wurtzbach, aunque el país insular mantiene viva la esperanza de revalidar el título el domingo 29 de enero de 2017
Eso sí, no parece tenerlo fácil:entre las favoritas despuntan, según los expertos, la Miss Venezuela Mariam Habach y la colombiana Andrea Tovar. No obstante, también han recibido mucha atención estos días la aspirante tailandesa Chalita Suansane, la brasileña Raissa Santana, la dominicana Sal García, la indonesia Kezia Warouw, la mexicana Kristal Silva y la nicaragüense Marina Jacoby.
Entre las bellezas latinoamericanas figuran además la argentina Estefanía Bernal, la peruana Valeria Piazza y la española Noelia Freire.
En las últimas semanas, la fiebre Miss Universo se ha contagiado entre los filipinos. Ni siquiera el presidente del país, el populista y nada diplomático Rodrigo Duterte, es ajeno al fenómeno: “Ojalá este día no acabara nunca”, exclamó cuando las aspirantes visitaron el palacio presidencial de Malacanang en vísperas de la final. “Debo decir que Dios es realmente bueno”.
Curiosamente, el propio Duterte prohibió los concursos de belleza en su ciudad natal, Davao, donde ejerció como alcalde durante más de 23 años. Ahora, en cambio, defiende que este tipo de certámenes son un avance en el empoderamiento de las mujeres. Y lo más importante: “Es una oportunidad para que impactemos, para que seamos inspiración para el cambio”, dijo a las aspirantes.
Fuera del recinto donde se llevará a cabo el concurso internacional puede verse una réplica gigante de la corona de Miss Universo, que los entusiastas filipinos inmortalizan a diario con sus cámaras.
“Es un honor tan grande que la competición se celebre aquí en nuestro país”, dice Regina Sanchez, que se ha acercado al lugar junto a unos amigos durante su pausa para almorzar. “No sólo celebramos la belleza en la superficie, sino también la del corazón, por la que los filipinos somos famosos”, añadie.
A su lado, otros curiosos portan bandas con los países de las reinas de la belleza a las que apoyan. La mayoría, por supuesto, lleva la banda de Miss Filipinas, pero también se ven de Miss Tailandia, Miss Venezuela o Miss Indonesia.
Desde 1969, tres mujeres filipinas lucieron la corona de Miss Universo. Entre ellas Pia Wurtzbach, ganadora en diciembre de 2015 en Las Vegas (Estados Unidos) en una polémica final en la que el presentador se equivocó y nombró primero como triunfadora a la colombiana Ariadna Gutiérrez.
Aunque los filipinos anhelan conservar el título en esta 65 edición, la aspirante local, Maxine Medina, lo tiene difícil. “El país anfitrión no puede ganar”, dijo la ex Miss Universo filipina Gloria Diaz en una entrevista en televisión. “No se puede servir lechón y llevárselo de vuelta a la cocina”, dijo añadiendo que ojalá se equivoque.
Se espera que más de medio millón de personas sigan el concurso durante la mañana del lunes (hora local) en la pequeña pantalla.
Las medidas de seguridad en el Mall of Asia Arena, donde se celebrará el certamen, se han reforzado y está previsto un despliegue de centenares de agentes de policía y varios controles. “No hay ninguna amenaza directa”, dijo el jefe de policía Oscar Albayalde, “pero no somos complacientes”.
En la tarde del jueves, las 86 aspirantes desfilaron en traje de baño, traje típico regional y vestido de gala en la ronda preliminar.
De ahí, un jurado compuesto en exclusiva por antiguas Miss Universo elegirá a las 12 semifinalistas de este concurso al frente de cuya organización estuvo durante casi dos décadas -hasta 2015- el magnate y actual presidente estadounidense Donald Trump.