Unas 15 000 hectáreas de árboles de ceibo existen dentro de una franja que se extiende desde el sur de Manabí. Esta especie ahora se siembra en Manta. Foto: cortesía Manta Respira
Las especies emblemáticas de los bosques manabitas empiezan a poblar otras áreas de tierras que por años estuvieron sin uso ni utilidad.
El ceibo, uno de los árboles que forman parte de las tradiciones del pueblo montuvio de la provincia, por ejemplo, ahora crece en la zona de La Poza, en Manta. Unas 300 personas, alentadas por los activistas ambientales de la organización Manta Respira, lideran la iniciativa de arborizar las 15 hectáreas de esos terrenos.
El sitio fue por muchos años una planicie de tierras aplanadas frente a la playa. La última vez que se vio movimiento fue tras el terremoto del 2016 cuando un grupo de comerciantes instaló pequeños negocios para activar sus ventas.
Luego se fueron al nuevo Tarqui y volvió a quedar despoblado. Ahora el verdor de unas 200 plantas del ceibo, acacias, algarrobo, olivo negro y otras forman un verdor.
La zona de a poco será el nuevo pulmón del puerto manabita, pues está en plena confluencia de los límites norte y sur de la ciudad.
Gabriel Pazmiño y Leonardo López son los líderes de Manta Respira. El año pasado se organizaron para que La Poza tenga un valor ambiental.
Lanzaron una convocatoria por redes sociales y así fue como más personas se sumaron al plan de poblar los terrenos.
En octubre próximo tienen prevista la nueva fase de la iniciativa ambiental. El objetivo es sembrar otras 200 plantas.
Unas 15 000 hectáreas de árboles de ceibo existen dentro de una franja que se extiende desde el sur de Manabí. Esta especie ahora se siembra en Manta. Foto: cortesía Manta Respira
Para el experto ambientalista, Líder Cedeño, el proyecto de La Poza contribuirá a la preservación no solo de las especies forestales sino a la fauna que está en peligro de extinción. Entre las que se mantienen en fase de protección están las que habitan en el cerro Hojas de Jaboncillo y sus áreas circundantes. De hecho, el bosque de ceibos del lugar es su hábitat. Ahí se pueden encontrar variedades de lagartija rayada, ardilla sabanera, perico del pacífico, frijolera, búho, perro de monte, salamanquesa y camaleones.
Santy Pin, uno de los habitantes de Picoazá, asegura que la amenaza del hombre cada vez más atenta contra la riqueza ecológica del bosque. Hace tres semanas, los habitantes protestaron por la tala de los árboles de ceibo que tenían más de 100 años de existencia. Según Pin, eso pudo mermar espacio a las especies de aves que tenían sus nidos.
La comunidad se ha organizado para evitar la depredación. Una delegación de 30 personas se unió para vigilar los terrenos y denunciar a quienes sean observados en la tala. Este arbusto es común en los territorios del sur de Manabí y por eso lo cuidan.
En los bosques manabitas se protege a la lechuza, una de las especies en peligro de extinción. Foto: Katherine Delgado para EL COMERCIO
En los cerros de Jipijapa y Portoviejo existen unas 15 000 hectáreas sembradas.
En el acceso a Manta, en la vía que va desde Rocafuerte, hay sitios con algunas de estas especies maderables.
José Zambrano, investigador del bosque manabita, explica que las raíces tablares, que sobresalen del suelo, ayudan a la estabilización y control de la erosión. Por eso cree que La Poza pronto será el nuevo emblema del ceibo.
Por lo general, según Zambrano, cerca a los ríos y el mar hay zonas sembradas con manglares y palmas.
No obstante, para la siembra en La Poza se contó con asesoría de expertos ambientales.