En ocasiones, la ashanga es tan pesada que logra vencer a sus cargadores. Ellos reciben ayuda de compañeros. Foto: Patricio Terán / EL COMERCIO
Un cerdo despostado, adobado y decorado con ajíes, frutas, botellas de licor y otros alimentos son los elementos básicos de una ashanga. Esta es una ofrenda que las organizaciones e instituciones hacen a la Virgen de La Merced para agradecer por la abundancia y la prosperidad.
Las asociaciones barriales, sindicatos de trabajadores, clubes y agrupaciones religiosas entregan esta ofrenda dos veces al año, durante las festividades de la Mama Negra, en Latacunga (Cotopaxi).
Una ashanga puede pesar entre 200 y 300 libras, y el encargado de llevarla en los desfiles se denomina ashanguero. Él transporta en su espalda toda la comida que degustarán los disfrazados y bailarines que representan a la agrupación en los corsos.
El cerdo se coloca sobre una estructura metálica, luego se adoba y decora para exhibirlo a todas las personas que acuden a una celebración religiosa. Preparar las ofrendas toma entre tres y cuatro días.
“Lo hacemos por devoción. Porque todas las cosas que se exhiben en la ashanga las obtuvimos con las bendiciones de la Virgencita. Cuando desfilamos y llegamos al altar, le pedimos que el próximo año también podamos salir con una ashanga igual de cargada y próspera”, cuenta Luis Ostaiza.
Él trabajó durante cuatro días junto a sus compañeros de la fábrica de embutidos La Madrileña, para elaborar su ofrenda. La ashanga de ese grupo también contenía cuyes, gallinas y conejos listos para hornear.
Los ashangueros visten ropa de colores y se preparan para desfilar con sus ofrendas con varios días de anticipación. Oswaldo Garzón, de la Asociación de Devotos de la Virgen de La Merced, por ejemplo, tuvo que alimentarse mejor y descansar antes del corso.
“Es un gran sacrificio llevar la ashanga. Cuatro compañeros nos turnamos para cargarla hasta el altar de la Virgen, pero lo hacemos porque sabemos que vamos a recibir sus bendiciones este año”, cuenta Oswaldo Garzón.
Según la tradición, el cerdo representa al esposo de la Mama Negra, que lleva en sus hombros la comida y la bebida que se repartirá en la fiesta de bautizo de su hija Baltazara. Sin embargo, esta costumbre tiene un origen indígena.
En las ceremonias andinas de agradecimiento a la Pachamama por las cosechas y la fertilidad también abunda la comida y la bebida. La cosmovisión andina indica que la mejor parte de la comida debe devolverse a la tierra, por eso se entierra después de los bailes.
“Lo que vemos son reinterpretaciones de los rituales antiguos, que surgieron con el mestizaje. Son nuestras mismas costumbres y creencias que se acoplaron a los rituales y fiestas religiosas que llegaron junto con los españoles”, cuenta Valeriana Anaguarqui, yachak indígena.
En las comunidades indígenas los tributos para agradecer por la abundancia de la tierra se realizan durante las cuatro fiestas de la cosmovisión y también coinciden con celebraciones católicas. Según Anaguarqui, cuando los colonos impusieron la religión las creencias se fusionaron y se originaron nuevos rituales.