La madera escogida para trabajar los muebles son tangaré y seike. Las importadas optan por la teca. Fotos: Patricio Terán / El COMERCIO
La decoración de estilo rústico evoca a la ‘casa de la abuela’ y podría imaginarse como un espacio antiguo, algo húmedo y con objetos anticuados.
Sin embargo, esa concepción quedó atrás. En el mercado hay tiendas que ofertan mobiliario rústico de finos acabados.
Una de las propuestas está en el Centro Artístico Don Bosco, cuyos trabajos, que pueden ser bajo pedido, se elaboran en madera de tangaré o seike.
Según Gabriele Dalle Vedove, encargado del taller, abierto en el 2000, el acabado busca ser lo más natural posible.
Los diseños tienen un acabado lineal, de cortes rectos. Ideales para cualquier ambiente dentro de la ciudad, explica Dalle Vedove.
Aunque también hay muebles elaborados con muchos detalles. Lo que sí caracteriza a todos los productos es la manufactura 100% artesanal.
En el Centro Artístico, con sucursales en Bolívar, Cotopaxi, Loja y El Oro, laboran cerca de 100 chicos, titulados en ebanistería, tallado y escultura, gracias al programa de misioneros Mato Grosso.
Los comedores pueden combinarse con vidrio, apoyado sobre una base de madera en forma de U, con cuatro soportes.
Esta característica permite acoplarlos mejor a espacios modernos, como departamentos o casas citadinas.
A más de sillas, salas, camas… en el Centro se hacen puertas y ventanas personalizadas.
La habilidad de los artesanos da paso a la creación de aparadores llamativos. Tal como el ‘cuarto de luna’. Su parte superior es una circunferencia, que en el centro tiene un exhibidor de dos puertas y tres cajones.
Otra de las especialidades es el taller de vitrales, que pueden fusionarse con cualquier tipo de mueble de madera.
Ocres Design, aparte de producir una línea contemporánea nacional, importa un estilo étnico traído de Asia Central; específicamente, de Indonesia.
Este mobiliario está hecho en madera de teca, caracterizada por su resistencia a la humedad, brillo y vetas oscuras.
Según Sofía Mackliff, jefa de esta tienda, con este árbol se fabrican cubiertas de barcos debido a su solidez.
Los comedores, centros de salas y espejos gozan de gran acogida. De los primeros se destaca uno manufacturado con un tronco de más o menos 300 años de antigüedad.
Es de acabado natural, el brillo no es tan fuerte y sus patas son cuadradas con pequeñas curvaturas en la parte media.
Con materia prima de la misma época fue creado un modelo de estilo mixto, cuyo tablero fue tallado con motivos vegetales y las patas laterales -de seike- conservan un acabado contemporáneo.
Los colores que distinguen a estos muebles son los ocres y la solidez alcanza las 9 líneas.
Una vez que llegan al país reciben un tratamiento de laca y pintura, para mejorarlos y corregir cualquier desperfecto.
De tonalidades más claras es el sillón hecho en palma vaciada, que matiza beige con blanco. Maneja un estilo clásico, el espaldar tiene tallados adornos redondos, que simulan una enredadera de flores.
Del mismo material se hizo un florero de 1,5 m de altura, con un diámetro de 0,5 m.
La palma de coco es utilizada en las consolas rústicas. No obstante, su color tiende más al café y la particularidad de su acabado es el agrietamiento natural en su contextura, lo que le da un aire bastante natural.