Con cierto orgullo, Mario Sepúlveda mostraba al público un par de zapatos de cuero negro, algo desvencijados pero, eso sí, bien lustrados. Los lucía como evidencia de la persona sencilla, amable y de sonrisa fácil que sigue siendo luego de cinco años de haber ‘resucitado’. Él es uno de los 33 mineros que fueron rescatados de las entrañas de una mina que colapsó en agosto del 2010, en Atacama, Chile. Este jueves 3 de septiembre estuvo de visita en Quito para presentar ‘Los 33’, la película dirigida por la mexicana Patricia Riggen, sobre la odisea de este grupo de mineros que permaneció 69 días atrapado a 700 metros de profundidad.
Un auditorio lleno lo recibió con aplausos en el Cinemark del Paseo San Francisco, donde se refirió a la difícil experiencia bajo tierra y las motivaciones que mantuvo a este grupo de obreros con vida. En la película, que se estrena hoy, 4 de septiembre, en todo el país, Sepúlveda es interpretado por el español Antonio Banderas, quien asume el papel de un hombre carismático, con sentido común y que sabe hacerse escuchar por sus compañeros.
La película, que se filmó en inglés entre Chile y Colombia, narra la forma en que los mineros sobrevivieron por cerca de dos meses en condiciones extremas en medio de conflictos personales pero también conmovedores momentos y la lucha de sus familias que nunca agotaron las esperanzas.
En una entrevista con EL COMERCIO, Sepúlveda asegura que En su primera visita al Ecuador se lleva impresión de un país muy amable. Dijo que se reconoce completamente en la interpretación que hace de él Antonio Banderas, un actor que logra transmitir en pantalla un complejo mosaico de emociones y con quien pudo compartir varias experiencias en el proceso de producción.
Algo similar ocurrió en Guayaquil, donde el bromista minero,de 44 años, se ganó el cariño del público, la tarde de este viernes 4 de septiembre para hablar de la película. El más popular de los sobrevivientes del derrumbe en el desierto de Atacama habló de su papel de líder. “Fue muy duro estar allá adentro, tratar con 32 personas con diferentes valores y crianzas, con distinta formación y provenientes de tan diversos sectores. Había un niño de 18 años, un boliviano al que no lo conocía nadie, y era la primera vez que entraba a la mina”, contó Sepúlveda.
“Dios debe amarnos mucho para haber hecho este tremendo milagro”. Aunque calificó a la película de dos horas seis minutos como un resumen de lo que pasó en realidad, acaso el 20% de la experiencia, dice que el filme lo conmueve hasta las lágrimas y que deja muy bien parados a los chilenos, que saben trabajar en equipo y son solidarios en las adversidades.
“Lloro mucho cuando veo imágenes de la gente que estuvo arriba, de nuestros familiares. El desierto es muy cruel, en el día mucho calor y en la noche mucho frío. Y pensar en las familias que estaban allí acampando, sacrificándose, sufriendo, conociendo como somos de burocráticos, me imagino como habrán sufrido las familias y eso me da mucha pena”, contó.
El mismo Bandera dijo que Sepúlveda -que ayudó con el rodaje y conoció al actor – es un personaje contradictorio, “un héroe” que un momento también se desvinculó del grupo. El minero reconoció ante los medios en Guayaquil que luego del rescate le fue diagnosticada bipolaridad.
“Después de cada guerra existen los héroes. Creo que hay que ser súper honesto, así como yo también tuve grandes dificultades para manejar a los compañeros, ellos también a mí. Soy súper hiperkinético, soy una persona que no tiene filtros, digo las cosas por su nombre…”, explicó.
Súper Mario, como lo llegó a conocer la opinión pública chilena, aseguró que en la actualidad existen diferencias entre los 33 sobrevivientes, “eso es bueno, nos hace humanos”, justificó. Y aunque no han recibido indemnización por la negligencia en la mina, todos recibirán regalías en partes iguales por la comercialización del filme.
“Creo que nos vamos a morir y no nos vamos a sanar”, indicó en un aparte. Aseguró que sigue teniendo pesadillas, pero bromeó enseguida que en gran parte por las cuentas de las tarjetas de crédito. Lamentó como la mediana minería sigue siendo “patrañosa” en Chile y buena parte del mundo y enumeró tragedias recientes donde mineros quedan atrapados y nadie hace algo por rescatarlos lo mismo en México, en Nueva Zelanda o en Turquía.
Sepúlveda trabaja ahora brindando talleres de capacitación en minería y en liderazgo. Está próximo a lanzar una fundación con su nombre para ayudar a niños con autismo, síndrome de asperger y síndrome de down, pues su hijo de dos años y medio sufre de autismo. Cuando le preguntan qué es lo primero que quería hacer al salir de la mina, responde con una de sus chistosas salidas: “Hacerle el amor harto a mis señora”.