Un grupo de turistas dispara algunas fotografías en su viaje de turismo en Llangahua. Fotos: Glenda Giacometti / EL COMERCIO
Los turistas que llegan a la Reserva Comunitaria Llangahua amplían sus conocimientos sobre el páramo, para qué sirve y cómo los comuneros trabajan en la protección de 6 213 hectáreas.
También, disfrutan de la pesca deportiva, caminatas por la reserva, cabalgatas, avistamientos de aves, hermosos paisajes. Además, pueden hospedarse en dos de sus cabañas, saborear trucha frita, habas con choclos cocinados y queso o colada de mashua con leche; todo es parte de los servicios que ofrecen sus habitantes.
Dos guías nativos difunden estos saberes a través de su proyecto de turismo ecológico, que promocionan desde febrero de este año con una inversión de USD 500 000.
Los habitantes de Loma Gorda, El Salado y Escaleras participan en esta iniciativa que tiene el apoyo técnico y financiero del Consejo Provincial de Tungurahua a través del Fondo de Páramos y del Instituto de Ecología y Desarrollo de las Comunidades Andinas (Iedeca).
Desde Ambato se viaja hasta el kilómetros 30, por la antigua vía Flores. Se toma un desvío a la derecha. Son 9 kilómetros de viaje por un camino de piedra para llegar.
Los habitantes ofrecen caminatas por la reserva y cuentan con un centro de convenciones.
Esta riqueza natural y cultural unió a estas comunidades de la parroquia Pilahuín, en Ambato, quienes también administran una panadería comunal y una lechería, que es parte del proyecto turístico.
Segundo Masabanda y Alberto Toalombo son los guías. Ellos conducen a los turistas Isabel Toasa, Tannia Salazar y Ricardo Cobo por los senderos de la reserva. Tras 15 minutos de caminata se arriba a la laguna de Chuquibantza. Un espejo de agua de 6 hectáreas de diámetro localizada a 3 880 metros de altitud. Acoge a especies como el pato andino. En el sitio también se puede hacer pesca deportiva.
Las técnicas Sonia León, del Iedeca, e Hipatia Hinojosa, del Consejo Provincial, detallan que hay dos senderos: uno de 900 m y otro 1 500 m de largo, señalizados. Estos conducen al bosque de polylepis, donde hay una variedad de plantas medicinales.
Masabanda cuenta que si hay suerte podrán observar lobos, venados, conejos o aves como el curiquingue, por esta extensa alfombra verde. Desde los miradores se contemplan los nevados Chimborazo y Carihuairazo.