Leticia Perero nació en Portoviejo, en 1957 es docente y estudiosa de la literatura de Manabí. Foto: Patricio Ramos/ El Comercio.
La vida cotidiana de Leticia Perero Acosta, docente manabita, se reparte entre la enseñanza secundaria y su incansable actividad literaria. Las aulas del Colegio Olmedo, en Portoviejo, son como su segundo hogar. Una de sus propuestas es incluir en la malla curricular secundaria de su provincia el estudio de literatura manabita.
Usted lleva 25 años dictando esas materias y tiene una propuesta en torno a la incorporación de la literatura manabita en esa cátedra. ¿Cree que esa aspiración se podría concretar?
En mis palabras creo que está reflejada la posición de mis compañeros docentes. En los programas oficiales de estudio no está contemplada la cátedra de literatura manabita.
Sin embargo, ese hecho no ha impedido que los maestros desarrollen habilidades didácticas y pedagógicas que abran un espacio dentro de los programas oficiales de enseñanza para mostrar la riqueza de la literatura manabita.
¿Qué ha logrado impartir a sus educandos en torno a la literatura manabita y de qué trata esta literatura?
Esto no es nada del otro mundo. La idea es dar a conocer cómo se ha desarrollado la literatura de la provincia. Tenemos grandes exponentes entre escritores, poetas, ensayistas y los cultores de la literatura que han dejado su huella en Manabí. Entre ellos podemos destacar a Horacio Hidrovo Velásquez, Horacio Hidrovo Peñaherrera, Vicente Amador Flor, Vicente Espinales, Othón Castillo Vélez, Luis Félix y una serie de personajes que han aportado en el tema del cultivo y desarrollo de la palabra.
¿Qué necesita el docente para seguir mostrando el trabajo de los exponentes manabitas -y su aporte a la provincia- a las nuevas generaciones?
Primero, necesita un amplio conocimiento de los contenidos programáticos, que son una buena base para su trabajo. Los docentes deben estar comprometidos con el trabajo de literatos y poetas de la región y con todo lo que han desarrollado en torno a la palabra.
¿Tal vez la clave está en lograr que los protagonistas de la educación (maestros y estudiantes) se inclinen por una lectura en la que se incluyan textos de manabitas?
Estoy de acuerdo con que la lectura es la base, pero antes el docente debe analizar e interpretar el trabajo literario manabita. Una vez que ha logrado entender la esencia del laborioso manejo de la palabra de manera crítica y se aplique una mirada reflexiva sobre los contenidos, entonces se estará en buenas condiciones para compartir con los estudiantes a través de la lectura de los textos literarios manabitas.
En ese contexto, ¿cuál es la particularidad de lo que usted llama la literatura manabita?
Nuestra literatura, la manabita, vendría a convertirse en otra disciplina, la cual sin duda ayuda a fortalecer el desarrollo armónico y cultural. Esta materia se relacionaría interdisciplinariamente con otras materias de las ciencias sociales, pues de esa forma se ayudaría a unir y a construir al nuevo estudiante con una identidad plena, empezado con los saberes de su entorno, que son claves a la hora de mantener viva la dura tarea del trabajo de la palabra.
¿Cuál es el rol de las entidades que trabajan el desarrollo cultural en Manabí para fortalecer la atención hacia la palabra?
Instituciones como la Casa de Cultura Ecuatoriana, a través de los conversatorios y encuentros poéticos y literarios, mantienen abonado el campo literario y poético. Esa, sin duda, es una tarea dura pero hay que ser persistentes para mostrar en cada cita poética cómo está nuestro trabajo en torno a la palabra frente a los otros cultores de esos saberes.
¿Y qué hacen los docentes de literatura y lenguaje a más de impartir sus clases?
Mi propuesta es que debemos convocar a todos los docentes de literatura y lenguaje de la provincia para diseñar la planificación estratégica en relación con nuestra asignatura. De ahí podremos saber qué somos; hacia dónde queremos proyectarnos; cuáles son los valores corporativos.
Entonces, ¿hay una nueva literatura manabita, con nuevos exponentes?
Los jóvenes en la actualidad están más inclinados a los aspectos de existencialismo, la problemática social, las protestas, la denuncia… esos son los temas coyunturales sobre los que giran los trabajos de la palabra. Hay una interesante corriente de escribir sobre esas tramas.